Defendiendo a los barberos
Por Rafael Antonio Mejía Afanador
Siempre es un riesgo volverse reiterativo con ciertos temas, pero la verdad, como los medios poderosos y hegemónicos bombardean a diario con noticias falsas y tendenciosas, pues no queda de otra que contestar. Poner la otra mejilla en este momento no es opción.
Contesta a sus televidentes el reputado periodista Daniel Coronell, a quien le profeso gran admiración, “prefiero una prensa desbocada a una prensa amarrada.”
Vamos por partes. Tiene la razón Daniel cuando complementa su respuesta recalcando que una prensa libre es señal de una democracia sana. Cierto. Pero observemos cómo su afirmación palidece cuando chequeamos detenidamente quiénes son los ‘periodistas’ que defiende su tesis:
Hay unos que no son, pero actúan como si lo fueran. Veamos un ejemplo: Hay un ciudadano, adivinen de qué partido, que dirige un sitio web llamado El expediente, en el que escribe la plana mayor de la derecha, incluido, por supuesto, el patrón. Dice Coronell que a ese sujeto “no lo considero mi par porque él tendría que ascender hasta donde no ha soñado y yo no voy a descender hasta donde él está”. O sea, no lo considera periodista. Entonces, ¿a ese señor también lo preferiría desbocado que amarrado?
Hay otros que son, pero actúan como los que no son: Por ejemplo, doña Vicky de Gnecco, Luis Carlos Vélez, Néstor Morales y otras yerbas del pantano. Fueron, en tiempos pretéritos, poseedores de credibilidad, reputación y apreciados por gran parte del público lector o televidente. Ahora vemos cómo su activismo y militancia le han hecho un inconmensurable daño a toda la prensa. La ausencia de credibilidad y confianza en los medios comienza a socavar la democracia que tanto dicen defender.
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Y finalmente hay otros que ni son ni actúan como lo que deberían ser: hordas de blogueros, tuiteros y demás especímenes que lo hacen por cuenta propia o por interpuesta persona y creen que por manejar un medio digital tienen patente de corso para enlodar a todo el mundo, incluida la verdad. Algunas veces tienen aciertos, pero en ocasiones destilan tal mala leche, soberbia y mezquindad que a kilómetros se les nota el mandado para los grupos económicos. Es ahí donde se revuelven medios serios con no tan serios, tuiteros, cadenitas de WhatsApp y como consecuencia no se sabe si están todos los que son o son todos los que están.
Si para uno es difícil descubrir dónde hay falsedades, dónde inventaron fuentes o escondieron información o dónde la tergiversaron, imagínense para un lector común y corriente que de manera incauta les come cuento porque creen que son verdadera prensa.
La prensa de verdad debe tener rigurosidad, ética, independencia, honorabilidad y formación académica, pues con ese disfraz de periodistas, cualquiera cae sin chistar. Los invito a ver si estos periodistas que inundan las redes y las mentes de los colombianos tienen las cualidades que nos enseñaba el Maestro Javier Darío Restrepo dando un clic en el siguiente enlace: https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica/recursos/10-cualidades-de-un-buen-periodista-segun-javier-dario-restrepo
Pregúntenle a Goebbels si la idea de crear o falsear noticias da sus resultados. En el corto plazo sí, pero la verdad siempre saldrá a flote, lástima que sea cuando el daño ya está hecho. Veamos algunas perlas: Que iban a homosexualizar a los niños, que nos íbamos a volver como Venezuela, que el dólar alcanzaría los 7.000 pesos, que ponerle impuestos a las gaseosas afectaría la canasta familiar, que el sistema de salud se va a acabar, que los que viven del rebusque se verán afectados porque les van a dar seguridad social o la infaltable cadena de la Ley Roy Barreras en la que se les descontaría el 8% a los pensionados para pagarles sueldo a los guerrilleros… y otras sandeces más. Claro, esto no es exclusivo de los colombianos. Si por aquí llueve… Miremos este enlace para ponernos más a tono, no lo van a creer: https://www.lisainstitute.com/blogs/blog/fake-news-mas-sorprendentes
Si bien es cierto que es mejor soltar que amarrar a la prensa, nos queda por saber si a quienes va dirigida realmente esta defensa son de verdad prensa. Que no nos pase los de los barberos en la Edad Media, que además de cortar el pelo practicaban técnicas de medicina que sólo les correspondían a los médicos, como sangrías, curar fracturas, practicar amputaciones, arrancar muelas y un largo etcétera, pero al final eran solamente eso: barberos.
Si pudiéramos trasladar esta discusión a la Edad Media, probablemente la tesis de don Daniel no estaría defendiendo a los médicos sino a los barberos.