LOS MUROS HABLAN

Por Lizardo Figueroa
Siempre los hubo de bahareque y barro o calicanto, adobe, tapia pisada, piedra, ladrillo, hormigón, en fin. Durante siglos han sido los aliados de los constructores de chozas, mediaguas, ranchos, casas, edificios, palacios y todas las obras civiles residenciales imaginables.
Algunos pasaron a la historia por su belleza o por la ignominia. Desde la Basílica de San Pedro en el Vaticano, las Catedrales de Notre Dame, Canterbury, Milán, Liverpool, Burgos o de San Juan el Divino en Manhattan, hasta las nuestras como la Basílica de la Inmaculada o Primada de Bogotá, La Ermita de Cali, Las Lajas de Ipiales, la Metropolitana de Medellín, Nuestra Señora del Rosario de Manizales, San Pedro Claver de Cartagena, la Capilla de Santa Bárbara de Barichara, la Iglesia de Mompox, las imponentes catedrales con frontis de piedra tallada de Chiquinquirá, Monguí, Firavitoba y un poco más pequeña pero bella en Socha; todas centenarias.
De muros hay, desde la Gran Muralla China, el Muro de Berlín, el de Constantinopla, el muy visitado de los Lamentos en Jerusalén, el infame Muro de Gaza, el miserable muro en construcción que va desde Tijuana, Baja California, hasta la desembocadura del Río Bravo en el Golfo de Méjico, llegando al Muro del Paredón de fusilamiento en Tunja, las Paredes Viejas de la casa de Jorge Villamil, «esa maldita pared» que cantara el anacobero Daniel Santos, los muros ruinosos de los que fueran Molinos de trigo y cebada de Duitama y Sogamoso, el muro portal de entrada al antiguo cementerio, hoy El Laguito, los Muros del magnífico Teatro Sogamoso y los de la olvidada Casa de la Cultura, como los muros que se resisten a desaparecer del otrora distinguido barrio residencial de la Ciudad del Sol, hoy Mochacá y para rematar el muro que recientemente fue noticia ubicado en la esquina de la carrera 11 con calle 15, que hoy luce blanco como la leche, en el territorio de lo que fueran dominios del indomable, digno y libertario Cacique Suamox.
De murales, vemos algunos verdaderamente impresionantes por su belleza en varios sitios de nuestra provincia, como los del joven muralista sogamoseño Juan Barón, quien, además, ya dejó plasmado su ingenio en Ciudad de México.
A veces los muros hablan en Colombia y están de moda.