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El futuro de las regiones: integración y asociatividad  

En un reciente foro sobre competitividad y desarrollo territorial, en el contexto de la consolidación de la Región Metropolitana, autoridades locales y departamentales coincidieron en la urgencia de identificar necesidades y proyectos comunes para impulsar el progreso de nuestras comunidades.

Contrario a lo que algunos piensan, la aparición de nuevas regiones administrativas y de planificación (RAP) y otros esquemas asociativos territoriales no representa una amenaza para entidades como la RAP-E Región Central, la cual ha sido un referente técnico y de desarrollo sostenible durante la última década.

La Región Metropolitana se ha beneficiado de la vasta experiencia y conocimiento de la RAP-E, fortaleciéndose continuamente. Es esencial reconocer que Bogotá y su sabana dependen de la Región Central para el abastecimiento de agua y alimentos, lo que refuerza un vínculo firme y colaborativo.

Luis Lota, director de la Región Metropolitana, ha señalado que esta entidad es crucial para el desarrollo y consolidación de la capital y Cundinamarca mediante proyectos estratégicos que deben ser priorizados por las comunidades, sin comprometer su autonomía ni favorecer intereses privados.

La RAP-E ha estado trabajando en desafíos importantes para la naciente Región Metropolitana, como la creación de una red logística que facilite un Plan de Abastecimiento Alimentario eficiente, sostenible y saludable. Además, el Plan de Seguridad Hídrica, formulado con el apoyo del PNUD, es fundamental para asegurar agua de calidad para personas y ecosistemas, especialmente en áreas agrícolas.

La asociatividad territorial es una manifestación del deseo de descentralización y autonomía establecido en la Constitución de 1991. Debe consolidarse como un proceso social activo y propositivo que permita soluciones colectivas y democráticas frente a problemas históricos de inequidad, muchas veces marcados por el conflicto armado o la ausencia del Estado.

Sergio Boisier, destacado pensador en planificación regional y urbana, afirmaba que el desarrollo es la “utopía social por excelencia”. En la sociedad del conocimiento, es crucial que los territorios replanteen y gestionen sus procesos de cambio, crecimiento y desarrollo mediante la descentralización, adaptándose a circunstancias específicas en lugar de seguir normas generales rígidas.

El sueño de una descentralización política, fiscal y administrativa debe consolidarse con más esquemas asociativos territoriales, que no son competencia entre sí, sino complementos que buscan sostenibilidad, inclusión, seguridad alimentaria, equidad y paz territorial. Solo la unión hace la fuerza, mientras que la división genera debilidad.

El desafío de construir juntos el futuro de nuestras regiones está planteado, y la oportunidad es inigualable. La respuesta está en nuestras manos: ¿estamos listos para asumir este reto y trabajar unidos por el progreso y bienestar de nuestras comunidades? La colaboración y la integración son claves para alcanzar un desarrollo equitativo y sostenible.

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