Opinion

EL INTELIGENTE MÁS ANIMAL

Por: Rafael Antonio Mejía Afanador

“La censura es el arte de proteger a los imbéciles de ideas que podrían hacerles pensar”. Paul Tabori

Hace muchas, pero muchas lunas, en mi época cuando era feliz y universitario, aguantando el medio frío de Tunja, tenía yo la costumbre de no perderme las frases de Hernán Peláez antes de dar la hora desde Fort Collins, Colorado, faltando unos diez minutos para las siete de la mañana. Cuando Caracol era Caracol. 

Recuerdo una en especial: “El hombre es el inteligente más animal”. No preciso el contexto que puso, pero viendo las actuaciones de la civilización actual le dan a uno ganas de decir, como lo hacía Roberto Carlos, “yo quisiera ser civilizado como los animales”.

Años antes, un escritor, ensayista, guionista y de ñapa, psicoanalista húngaro llamado Paul Tabori, ya había notado la excepcional y tremenda capacidad que posee el ser humano para ser estúpido. No recuerdo bien cuál de mis salvajes amigos me puso en el camino semejante librazo. Se llama Historia de la estupidez humana, El libro completo y gratuito lo puede descargar aquí (historia de la estupidez humana) y con solo conocer sus primeras líneas es amor a primera vista, vean una degustación: “Algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere pero para algunos, la estupidez es el resultado de un duro esfuerzo personal.” ¡Háganme el favor! Provoca leerlo de un solo tirón. 

Incluso, Tabori piensa que decir estupidez humana es redundante porque el único ser estúpido es el humano. ¿Y qué es un estúpido?  Aquel que hace daño sin pensar y así lo piense, es consciente de que puede dañar y siendo consciente de esto, lo hace aún si se daña a sí mismo. ¿Les suena familiar?

Pues bueno, al escuchar algunas partes de la intervención de Míster Trump (arquetipo del estúpido) en la ONU el pasado 23 de septiembre, recordé ese pequeño gran libro. Ese tonito guerrerista, arrogante, petulante, desafiante y ausente de siquiera un mediano nivel intelectual, repleto de autocomparaciones históricas (se comparó con Obama) y autoproclamación de restaurador del orden global no puede provocar más que una mezcla de sorpresa y risa. Imagínense, pidió nada menos que el Nobel de paz. Con lo que está haciendo en Gaza con su compadre Netanyahu resulta una grosería que se auto postule para cualquier premio de lo que sea. ¿Qué tal? Casi como haberle dado el Nobel de medicina a Josef Mengele.

Claro, hay que hacer una pequeña salvedad: lo que está haciendo Israel, con el patrocinio de EEUU contra el pueblo palestino no es una guerra, es una auténtica masacre. Más o menos como poner a pelear a Mike Tyson con un niño de cinco años. Ni más ni menos.   

Según Tabori, la guerra no solo es una tragedia humana, también es una expresión repetida de decisiones irracionales, impulsadas por una monumental codicia, prejuicios, conformismo y mitos que ciegan el juicio de individuos y naciones completas. En una guerra perdemos todos menos, obviamente, los vendedores de armas. 

Miren el interesante análisis que hace Tabori sobre la guerra:

La guerra es síntoma palpable de la estupidez organizada. Considera que muchas guerras fueron iniciadas por líderes que actuaron con arrogancia, ignorancia o ambas y que las masas, por miedo, ignorancia o conformismo, siguieron sin cuestionar. Verbi gratia, Hitler.

Más destructiva que las plagas. Afirma que la estupidez humana ha costado más vidas y ruina económica que todas las enfermedades y catástrofes naturales juntas. Nada más observemos a los pacíficos gringos con Hiroshima y Nagasaki.

Repetición histórica del error. A lo largo de su obra, Tabori muestra cómo la humanidad ha tropezado una y otra vez con los mismos errores belicistas sin aprender de las consecuencias. Como dijo Hegel, “lo único que aprendemos de la historia es que no aprendemos nada de la historia”. ¡Plop!

Tabori denuncia que la guerra ha sido glorificada ingente y estúpidamente a través de la historia y critica cómo los mitos y relatos heroicos han contribuido a perpetuar la idea de que la guerra es noble o inevitable. A propósito, ¿algo va de Aquiles a Netanyahu, ¿no les parece? 

En realidad, la guerra es la máxima expresión de la estupidez de una profunda y supina irracionalidad. Tal vez de ahí es que Jaume Perich (historietista y dibujante español) sacó aquello de que “el hombre es el inteligente más animal”.

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