EL NUEVO ORDEN MUNDIAL
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En 1945, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, hubo dos grandes ganadores: Rusia que puso la mayoría de muertos y Estados Unidos visto por occidente como vencedor indiscutible, luego de haber lanzado ‘exitosamente’ dos bombas atómicas, cuando el éxito se mide en muertos, ahí los cadáveres los puso Japón. A partir de entonces se erigió esta gran nación como el policía del mundo y comenzó una era de sometimiento de las naciones a sus designios: hace y deshace en el Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud, la Organización para la Alimentación y la Agricultura, La Agencia para la Infancia, el Fondo Monetario Internacional, en fin, en todo lo que tenga que ver con la Organización de las Naciones Unidas.
Han pasado 80 años y el mundo ya no es el mismo. Alemania, Italia y Japón, los perdedores, se han recuperado y todos hoy pertenecen al grupo de países industrializados. Pero otra cosa ha pasado con la antigua Unión Soviética que ya no existe porque sus integrantes han tomado caminos distintos y Rusia, que llevó a cabo la primera revolución proletaria, sucumbió ante el auge del capitalismo en el resto del mundo pero le quedó como herencia un desarrollo tecnológico que la puso al nivel de los Estados Unidos y en algunos casos más avanzada. Fue entonces cuando un grupo de burócratas encumbrados en el gobierno, se convirtió en el selecto grupo de plutócratas a partir del saqueo del Estado.
De este grupo salió Vladimir Putin, un conservador del partido Rusia Unida quien es el mandatario que ayudará a configurar el nuevo orden mundial dado que junto con Donald Trump han iniciado conversaciones para rediseñar la nueva organización universal de la economía y por tanto de la política. En efecto, según se desprende de la forma como se llevó a cabo una reunión en Arabia Saudita entre los delegados de las dos superpotencias, lo más seguro es que la guerra en Ucrania llegue a su fin.
Los indicios de que esto es un preámbulo del nuevo orden mundial se da porque el tema a tratar era Ucrania, pero el presidente de ese País no estuvo invitado. Dicho de otra manera, a Volodomir Zelenski le van a imponer una paz desde una posición de fuerza: Por un lado, su enemigo declarado Rusia y por el otro su otrora principal aliado que lo apoyó con armas y recursos, Estados Unidos de Norteamérica. Estos dos son ahora los mejores amiguis.
La respuesta a esta solución todavía no negociada vino de parte de la Unión Europea, que se sintió ninguneada tomando en consideración que habiendo aportado también recursos militares y económicos, no fue invitada a la reunión de las potencias. Emmanuel Macrón, el primer ministro francés convocó a otra de donde salió una posición según la cual una solución para la guerra de Ucrania tiene que contar con la participación de Ucrania. Pues creemos también lo mismo, pero lo que va a suceder es que a Zelenski sólo lo van a llamar para firmar el acuerdo, al mejor estilo Corleone, será una propuesta que no podrá rehusar.
Pues bien, entonces ¿qué tiene que ver todo esto con el nuevo orden económico mundial? Pues todo que ver, porque Rusia y Estados Unidos son potencias petroleras, no es gratuito que la reunión se hubiera llevado a cabo en Riad capital de Arabia Saudita, uno de los principales productores de petróleo. Pero la mala noticia es para quienes no tuvieron más fuentes de información que los noticieros mediocres colombianos, que no tienen periodistas sino mandaderos, quienes creyeron el bueno era el presidente de Ucrania, un abogado y actor televisión, que lo presentaron como el David Ukraniano enfrentado al Goliat Ruso, la realidad se encargó de ponerlo en su sitio y en sus justas proporciones como dijera nuestro filósofo Turbay Ayala.
Lo que se vislumbra en el inmediato futuro es un bloque de superpoderosas potencias que se repartirán a su antojo los recursos del mundo, como lo han venido haciendo desde hace mucho tiempo; ya Trump le notificó a Zelenski que su cuenta de cobro era por US$500,000 millones pero que dada su generosidad y habida cuenta de conocer su precaria situación financiera, le recibiría algunas tierras raras muy necesarias para instrumentos de alta tecnología. Trump quiere además construir resorts en lo que fue Gaza y apropiarse de otras partes del mundo. Lo que no es tan claro, es el papel que jugará China que muy seguramente reclamará también su parte del pastel. La alianza de Estados Unidos con Rusia, le permite al decadente imperio del norte concentrarse en su más temible enemigo: China.
Por: Manuel Álvaro Ramírez R. Magíster en Economía