INTOLERANCIA, PERVERSIÓN Y PATOLOGÍA SOCIAL

Por Manuel Álvaro Ramírez R.
Al ver la noticia y lo que circula por redes sobre la tortura y asesinato de la mujer transgénero Sara Millerey en el norte de Medellín, la sociedad debería hacer una reflexión, no sobre los móviles que llevaron a un grupo de personas a semejante atrocidad sino qué tipo de personas son capaces de actuar con tal sevicia.
No bastó quebrarle los brazos y las piernas, la tiraron a una quebrada para que sin poder ayudarse con las extremidades muriera ahogada, en un acto de barbarie que muestra el grado de degradación al que se ha llegado y los extremos a los que llevan los relatos ideologizados según los cuales sólo hay dos sexos y cualquier manifestación de la llamada diversidad sexual o ideología de género es rechazada a rajatabla por un sector conservador.
Podríamos tratar de buscar explicaciones y seguramente las razones van desde las estrictamente religiosas, pasando por la homofobia propia de la ignorancia pura y dura, hasta el autorechazo que según el escritor y sociólogo francés Frederick Martel presentan muchos homosexuales y pone como ejemplo al cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, a quien sus más cercanos seguidores llamaban Truhitler, que, según lo relatado en varios documentos, golpeaba a sus amantes de manera tan brutal, que en una ocasión a un joven con quien tuvo relaciones sexuales, “lo dejó tan mal que lo tuvieron que sacar en avioneta para que lo atendieran en un hospital en Panamá” (Los Informantes, disponible en Internet). Pero ser homosexual violento por sí solo no encaja dentro del patrón sádico con que fue asesinada Sara Millerey.
En esta línea de pensamiento, sea esta la oportunidad de llamar la atención sobre los chistes flojos que todavía vienen cargados de agresividad contra los homosexuales en programas de radio y televisión, pese al discurso de la inclusión y la tolerancia, la construcción de una sociedad incluyente tiene que comenzar por el rechazo a todas estas manifestaciones discriminatorias disfrazadas de programas de humor.
De otra parte, en los círculos que odian al presidente Gustavo Petro se ha dado por sentado que es homosexual y se hacen montajes con una carga de odio combinada con la supuesta homosexualidad como si ser homosexual, que no lo es, fuera un motivo para descalificar al oponente. Obvio, la calumnia se difunde en ese círculo endogámico como si se tratara de una tara exclusiva del presidente, sin mencionar que destacados miembros de otras familias presidenciales sí son abiertamente homosexuales, como, por ejemplo, Virgilio Barco Isacson, activista y defensor de la comunidad LGBTIQ+, o Martín Santos, hijo nada menos que de el exvicepresidente y activista de la derecha, Francisco Santos Calderón.
La extrema derecha en el poder ya ha prohibido el lenguaje incluyente y todo lo que tenga que ver con la ideología de género. Milei en Argentina en febrero de 2024 anunció la prohibición del lenguaje inclusivo mientras Trump en Estados Unidos veta a las personas transgénero a servir en las Fuerzas Armadas. Mas no sólo se discrimina a estas personas por su orientación sexual, sino que se crean unas narrativas que llegan al extremo de hacerles creer a los padres de familia en algunos colegios cristianos, que tolerar la diversidad fuera el equivalente a volver la homosexualidad como una práctica obligatoria desde la primera infancia.
La sociedad tiene que mirarse a sí misma. Los paramilitares en las llamadas ‘limpiezas’ tenían como objetivo la población LGBTIQ+ y, de acuerdo con sus propias declaraciones, muchos de los perpetradores de asesinatos y masacres creían que estaban actuando bien y que estaban prestando un gran servicio. Así las cosas, o despertamos como colectivo o vamos camino directo el precipicio.