Opinion

Fuerza Presidente

Por Manuel Álvaro Ramírez R.

En otras circunstancias al presidente Gustavo Petro ya lo habrían tumbado, pero no ha pasado porque aparte de su capacidad como presidente, tiene lo que se necesita del guerrillero: astucia para adivinar el siguiente paso del enemigo y estarlo esperando. Es por eso que pese a todas las triquiñuelas urdidas con la participación de los medios de comunicación, los órganos de control, el legislativo y parte del judicial, ha logrado sobrevivir a pesar de la jauría que sin cesar lo acosa.

Ya va a completar dos años que no esperábamos que iban a ser tan violentos en los ataques que comenzaron desde que inició su campaña, cuando Daniel Coronell lo invitaba a pasar a la historia como uno de los mejores congresistas y no correr el riesgo de llegar a ser un mal presidente. Los ataque se intensificaron a partir del día de su posesión y no le han dejado un minuto de descanso, con un asedio permanente como el preso que está en el cepo y para intensificar el dolor le ponen una gota de agua intermitente.

Los ataques han servido entre muchas otras cosas, para comprender a la clase dominante actual, mezcla de dinero de toda clase, mucho de origen dudoso, arrogancia, envidia, indolencia, codicia y todas las características que Marx le atribuía a la clase capitalista.

Esta semana, que comenzó con la resaca por la derrota de la Selección Colombia en la Copa América contra Argentina, del día cívico decretado para celebrar la unidad y la sanción presidencial de la Ley de Pensiones, el escándalo corrió por cuenta de Olmedo López quien, como ya es costumbre de los funcionarios venales, una vez descubiertos en sus fechorías corren con extrema urgencia a Revista Semana para ver si allá les ayudan a lavarse la cara y ciertamente los están esperando con cámara en mano y entrevista acomodada, no importa si mienten con tal de que haya manera de enlodar el nombre del presidente Gustavo Petro.

Sin embargo, es un juego que parece no estar dando los réditos esperados, porque pese a toda la violencia verbal, las posverdades y las calumnias, la gente está viendo que nunca antes se habían ensañado tanto con un mandatario. Ahora es bastante frecuente escuchar incluso a personas otrora de la derecha, que a Petro no lo están dejando gobernar, pero a pesar de esto, la política económica y social comienza a verse reflejada en los indicadores de pobreza y seguramente influirá en la reducción del coeficiente Gini que es el que se usa para medir la desigualdad.

En efecto, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE, la pobreza se redujo en un 3,6 por ciento a nivel nacional y en el sector rural en 4,7 por ciento, lo cual significa que 1,6 millones han salido de la pobreza monetaria. Es una muestra de lo acertado de las políticas especialmente las relacionadas con el apoyo a los campesinos y a las poblaciones vulnerables.

En este mismo sentido, el turismo se perfila como uno de los renglones de mayor crecimiento a pesar de la propaganda que pretende proyectar una sensación de inseguridad y que no oculta su deseo de promover el miedo y la desesperanza. En síntesis el Gobierno lo está haciendo bien y pese a tener que dedicar buena parte de sus energías a responder los continuos ataques que desde diversos ángulos se impulsan, hay un equipo comprometido con la transformación de este país, que está removiendo los cimientos de una estructura injusta y decadente.

Seguramente no se logrará todo lo que se propuso en campaña, pero que vale la pena, sin lugar a dudas. Basta ver la expresión e incluso las lágrimas de agradecimiento de un pueblo que se ve reflejado en su presidente. No es en los clubes donde la dirigencia se reúne a veces a repartirse el botín de la corrupción sino en las calles y plazas donde la gente sala a gritar Fuerza Petro o Petro, amigo, el pueblo está contigo, que es mucho más que una frase de cajón. 

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