LA HOMILÍA DE LOS CLAVOS EN CORRALES

Por Lizardo Figueroa
Asistir a la Semana Santa en esta pequeña y bella población boyacense de corrales resultó una experiencia por demás gratificante.
Todo allí tiene el encanto de lo más auténtico de la tierrita; la iglesia, el frontis y su espectacular e impecable interior, la arquitectura colonial que sus habitantes se esmeran en conservar, la sala de recibo, que es su bonito parque de obligado encuentro de su gente buena y sencilla, cuya gentileza y simpatía hacen sentir al visitante como propio del pueblo y el rumor del río que arrulla y concilia el sueño en sus posadas de silencio y paz de las noches estrelladas.
El registro de los actos religiosos de la Semana Mayor nos ubicó en los ritos y las costumbres religiosas centenarias que se conservan como si el tiempo se hubiere detenido.
Las eucaristías, muy concurridas por la devoción de los feligreses, las procesiones acompañadas por las varias bandas musicales, patrimonio de la comarca, en fin. Excepcional resultó el Vía Crucis en vivo del viernes santo; una treintena de actores nativos recordaron la pasión de Jesucristo con talento, maestría y lucimiento.
Como pocas que recuerde, fue la conmovedora Ceremonia de las Siete Palabras, cuya homilía correspondió al Párroco Presbítero Yeison Lozano, particularmente referida al tema de los clavos que ataron al Salvador a la cruz; el Padre hizo los símiles de las puntillas que a diario martillamos al prójimo desde el odio, la mentira, la murmuración y tantas laceraciones con las que herimos el alma de nuestros semejantes; una prédica impecable.
Confieso no recordar haber visto una réplica del desenclavamiento y sepultura de Nuestro Señor Jesucristo, que me hubiera golpeado el alma como esta vez y la compasión que se suscitó en el auditorio, como la adoración al Santísimo. El rezo de los 33 credos en nudos hechos en tiras de palma, ante el santo sepulcro, son parte del devocionario de los corraleños.
De seguro, en muchas parroquias de la Colombia católica, se vivió el recordatorio de la Pasión y Muerte de Cristo con devoción y solemnidad; pero lo que se esperaría es que en cada corazón creyente, hubiere el paso, la pascua, el cambio a una sociedad mejor en nuestra martirizada patria.
Felices Pascuas.