¿Lo mejor está por venir?
Por El Tunjano
“Lo mejor está por venir”. Esa frase nos la repetirán hasta el cansancio de aquí al 29 de octubre, incluso un tanto más, pues de llegar Carlos Amaya otra vez a la Gobernación, no dudará en exprimir aquel eslogan esperanzador, que solo disfraza su deseo de seguir amasando el poder. ¿Por qué tendría que está por venir lo mejor, justo ahora, si no vino durante los ocho años que lleva gobernando este departamento?
Sí, ocho años. En primer turno en carne propia, y luego a través de un emisario, un simple encargado que ha estado reservándole el puesto mientras se iba a jugar al precandidato, tratando de escalar a personaje público nacional, pero viéndose frustrado en aquella intención, no solo por quemarse en la contienda presidencial, sino al darse cuenta de que para alcalde de Bogotá no le alcanzaba.
Bien sabía Amaya que perder en la contienda por la Alcaldía de Bogotá habría sido el inicio del fin para su carrera política. Perder esa campaña le habría significado perder figuración y trascendencia como figura política. A la vez que dejaría servida la mesa para que alguien más se adueñe del poder en el Palacio de la Torre. Sabía que ni Yamit Noé, ni Jairo Mauricio, ni Wilmer Leal, ni ninguno de esos a los que exaltó en la reciente reunión de entrega de avales, solo con el ánimo de congraciarse; tenía la talla para hacerle frente al candidato del “Frente Nacional Boyacense”, el de la R, que Según Amaya no es de resultados, sino que va más bien por el lado del rencor y del resentimiento.
Resulta difícil de creer, por lo menos para los que no hacen parte de la militancia pura sangre de los verdes, que ahora esté por venir lo mejor, más cuando la forma de comportarse de la secta que Carlos Andrés lidera, sigue siendo la misma que la de los últimos años: politiquería pura y dura.
Lo primero que habría que señalar es que el cinismo de Carlos Amaya Rodríguez es supremo. En la reunión realizada en el Rancho La Doma hace unos días, Amaya Rodríguez justificó una y otra vez que el colapso que generaron a esa vía estaba bien porque lo generaban ellos. Dijo también que el hecho de que unas grúas les recogieran los carros a los disciplinados militantes verdes era un atropello premeditado de alguien que no los “quería ver felices”. Fingió no saber que le estaban grabando, a pesar de que tenían montada una súper producción a varias cámaras en la que, claro, no podía faltar el respectivo plano contrapicado para “el líder todopoderoso”. También dijo que él no sabía que iba a llegar tanta gente, que no se lo esperaba, a pesar de que desde días atrás estaban coordinando toda la logística, enviando invitaciones, y repitiendo hasta el cansancio y hasta en la sopa que tenían previsto este evento.
Muchos dudan de que “lo mejor esté por venir” de la mano de Cambio Radical y del Partido de La U, por lo menos por la experiencia que le ha dejado al país ese par de partidos y ese tipo de alianzas, tan características del todo vale.
Tampoco se lo creen en Tunja, por lo menos de las paredes afuera del Palacio de la Torre, donde la palabra de Amaya es ley. Menos cuando lo que le dejaron sus ocho años de gobierno a la capital boyacense fue una terminal de transporte mal planificada, que terminó valiendo mucho más de lo que se suponía, a la que no fueron capaces ni de construirle accesos peatonales, los cuales, por cierto, llevan anunciando hace un año aproximadamente. Dejó eso sí unas cuantas promesas, como los mencionados andenes de acceso a la terminal, los pasos subterráneos de la Glorieta, que tienen estudios y diseños desde que Amaya fue gobernador en propio cuerpo; un parque agroalimentario, que por cierto tiene unas falencias gravísimas que merecen capítulo aparte; entre tantas otras promesas que se llevó el viento pero que “ahora están por venir”.