Los conocimientos de la mujer: una estrategia contra la minería en el Amazonas
En 2009 las comunidades del Yaigojé Apaporis lograron detener la intervención de la empresa minera canadiense Cosigo al convertirse en un Parque Nacional Natural. La ayuda de las lideresas en este proceso fue fundamental.
Cuando Chela Román habla de su padre no puede evitar recordar los cientos de kilómetros que él tuvo que recorrer para salvar su vida. “Caminó de un lado a otro”, dice, para evitar ser torturado, esclavizado o asesinado a manos de empresarios peruanos y colombianos que, contratados por la recordada Casa Arana, llegaron a la selva amazónica a finales del siglo XIX a explotar caucho. Un holocausto que acabó con la vida de cerca de 50.000 indígenas en Colombia. “Es una historia triste. Él era murui uitoto y tuvo que andar por un territorio muy grande hasta llegar al río Mirití, donde yo crecí”, señala.
Contar la historia de su padre es también la primera respuesta ante la pregunta por su labor como lideresa. “Cuando conocí ese sufrimiento, desde muy joven pensé en trabajar por los pueblos indígenas que siempre han sido amenazados”, agrega Chela, quien trabaja por la defensa del territorio Yaigojé Apaporis, lugar donde formó su familia y han crecido sus hijos.
El Yaigojé Apaporis, con una extensión de 1.056.023 hectáreas, hace parte del macroterritorio de Yuruparí, sistema territorial y cultural que comprende los espacios ancestrales de más de treinta grupos indígenas de las cuencas de los ríos Pirá Paraná, Apaporis, Mirití Paraná, Caquetá y Vaupés, quienes, según la tradición, comparten la historia de su origen. A pesar de ser un lugar distante y de difícil acceso desde otras partes de Colombia, en 2007 llegó hasta allí la minera canadiense Cosigo Resources Inc a explotar uno de los lugares más sagrados para los pueblos indígenas de la región, Yuisi o La Libertad, una serie de cascadas en la parte baja del río donde nació Romi Kumu, la mujer chamán, que dio forma al mundo.
Biodiversidad de la zona. / Jonathan Bejarano
Aunque extraer oro de los sitios sagrados fue el principal motivo del rechazo rotundo de las comunidades a la empresa canadiense, Cosigo logró afectar la organización del resguardo incluso sin haber empezado la extracción minera. “Esta situación generó rupturas políticas y sociales en la parte inferior de la cuenca del río, hacia el margen del Vaupés, pues Cosigo generó falsas promesas relacionadas con dinero y otras condiciones de vida que algunas personas creyeron, por lo que decidieron, inicialmente, apoyar tal iniciativa”, señala Julieth Rojas Guzmán, asesora de género y territorio de la Fundación Gaia Amazonas, que acompaña este proceso.
En ese contexto, llegó Chela Román: en medio de la defensa de la zona y la división de una organización que durante décadas funcionó bajo una misma autoridad, llamada Asociación de Capitanes Indígenas del Yaigojé Apaporis (ACIYA), que, tras la intervención de Cosigo, se fragmentó en dos organizaciones: la ya existente ACIYA y ACITAVA (Asociación de Capitanes Indígenas de Taraira-Vaupés). Los primeros en contra y los segundos a favor de la explotación minera. Sin embargo, para ella, además de lo evidente, también había otro vacío. “Me di cuenta de que no había representación de la mujer entre los líderes. Faltaba esa voz, porque nuestra participación, en conjunto con los hombres, es transversal para todos los trabajos”, agrega Chela.
Fue así como de boca de Chela se empezó a escuchar la idea de conformar una secretaría de mujeres, un espacio para fortalecer sus roles y su participación en el gobierno propio. La iniciativa fue acogida por varias mujeres que quisieron participar. Entre todas definieron unas actividades para lograrlo. “Lo que siempre dejamos en claro es que no queríamos contradecir lo que los hombres y los tradicionales dijeran, lo importante era apoyar el mismo proceso que ellos ya llevaban”, señala Román.
Con Chela como coordinadora, una secretaria y dos traductoras hablantes de diferentes lenguas recorrieron todas las comunidades para reunirse con otras indígenas que escucharon las palabras claves que solo podían ser dichas por una mujer que es madre y que, según la tradición indígena, es responsable de la soberanía alimentaria. “Llegamos a hablarles de los daños que la empresa iba a causar a sus propios hijos, entre estos lo relacionado con la prostitución o la salida de la gente joven del territorio. La chagra (los cultivos) también se iba afectar y, sin alimento no iba a haber ni educación, ni salud, ni bienestar. Yo creo que hablamos desde nuestro papel de mujeres, y desde allí es desde donde aconsejamos”, cuenta la lideresa.
Chela dice que “por el camino donde va la mujer allí llega también el hombre” y es por eso que en la historia de defensa del Yaigojé Apaporis hoy se reconoce el papel de ese grupo de mujeres que contribuyó a que se entendiera la importancia de evitar la entrada de Cosigo
al territorio. Esta decisión se concretó en 2009, al declarar el resguardo área protegida bajo la figura de Parque Nacional Natural, donde está prohibido hacer cualquier tipo de explotación del subsuelo y así la comunidad indígena logró evitar la entrada de empresa a sus tierras.
Las comunidades del margen del Vaupés retiraron su apoyo a la minera, que insterpuso una demanda tras la decisión de proteger la zona. En 2014, la Corte Constitucional desestimó la acción legal al comprobar la manipulación de la empresa sobre la autoridad ACITAVA, y las comunidades del margen del Vaupés declararon contra los procedimientos de Cosigo para impedir la constitución del área protegida.Con el paso del tiempo y gracias a las luchas indígenas del país por la consolidación de sus derechos territoriales y culturales, fue expedido el decreto ley 632 de 2018, en el que se detallan las normas para el funcionamiento de sus espacios. Aunque se mantuvieron las dos autoridades al margen del Amazonas y el Vaupés, los indígenas decidieron formalizar el Consejo Indígena de Yaigojé Apaporis donde hay “unidad de pensamiento”.
Las diversas formas de ser mujer indígena
La de Chela es una entre muchas historias de vida de mujeres indígenas que hoy en la Amazonia han decidido fortalecer, desde sus roles tradicionales y contemporáneos, su participación en la toma de decisiones de los gobiernos de los que hacen parte, hablando de manera cada vez más clara en el destino político de sus comunidades. “No hay una sino múltiples formas de ser mujer, tantas como culturas existen”, señala Juliana Sánchez Castellanos , asesora transversal en género de la Fundación Gaia Amazonas.
Aunque tradicionalmente el rol de las mujeres estaba relacionado con su capacidad de ser dadoras de vida y dueñas de las semillas, su papel principal se complementa hoy con otras actividades que contribuyen al gobierno del territorio. “La vida de estas mujeres evidencia una nueva realidad: una mujer indígena amazónica puede ser una mujer chagrera, pero también una estudiante o, como Chela, una lideresa que encarna diferentes roles en su sociedad”, agrega Sánchez.
La conformación de la Secretaría de Mujeres de Yaigojé Apaporis, en 2012, también influyó en la creación de un espacio de diálogo en el que las mismas mujeres son quienes se han cuestionado las formas en que pueden hacer parte del gobierno indígena, no solo como dadoras de vida y responsables de la soberanía alimentaria a través de la chagra, sino también desde otros espacios, como la educación, la salud y el territorio.
Gracias a los diferentes procesos liderados a lo largo del Yuruparí, se han reconocido diversas formas de ser mujer y los gobiernos indígenas han creado agendas políticas donde esa voz tiene un papel. “La autodeterminación y los derechos culturales serán siempre incompletos si no se incorpora y se reconoce la participación de las mujeres en la toma de decisiones políticas. Se deben reconocer nuevas identidades femeninas en función de los retos actuales”, agrega Juliana Sánchez.
Para Chela Román este proceso permitió redescubrir los roles que desde el origen hicieron parte de la mujer. “Nosotras recibimos el poder de la rebeldía que nos fue otorgado por la misma naturaleza”, concluye. Y lo cierto, es que en este aprendizaje también impactaron a quienes acompañan el recorrido. “Ellas enuncian la necesidad de restablecer el equilibrio en la distribución del poder político entre mujeres y hombres . Me parece una oportunidad para darse cuenta de que el ser mujer y enunciarse como feminista es también enteder esas diferentes formas de construir caminos reivindicativos y vivir su identidad femenina de la manera en que ellas decidan hacerlo”, cierra Julieth Rojas, asesora de génera y territorio de Gaia Amazonas.
*Infoamazonia es una alianza periodística entre Amazon Conservation Team y El Espectador.
Fuente:www.elespectador.com