SU MAJESTAD, EL CELULAR
Anteriormente era una escena muy común ver a los niños en la calle jugando al soldado libertado, al rejo quemado, canicas, trompo, cuclí cuclí o mínimo, a la lleva. Eran tiempos donde la actividad física, la gritería y el jolgorio eran todo lo que un niño necesitaba para ser feliz. ¡Ah! y el infaltable perrito, compañero de todas las aventuras.
Quienes tuvimos la fortuna de crecer en un pueblo (Paz de Río, en mi caso) gozábamos, además, de la fortuna de tener dos ríos a nuestra disposición para paseos de olla con melcocha y *pick up incluidos para escuchar a Leo Dan, o a Los galos y jugar al asesino, el rey pide, el banquillo, un poquitín de natación y otras delicias más. Lo único malo que nos podía pasar era pescar algún resfriado por estar demasiado tiempo en dentro del río o alguna diarrea, por ‘jartar’, precisamente, agua del río. Hoy, de eso me río.
Las mamás empezaban a preocuparse a eso de las siete de la noche porque los niños no aparecían, pero la preocupación desaparecía pronto porque aquellos pequeños aventureros comenzaban a desfilar por el comedor, traspasados por el hambre, y llenos de mugre hasta el cogote. In illo témpore, las casas eran como puerta de iglesia: se abrían para el que quisiera entrar, entonces uno podía llegar a casa con una buena patota de amiguetes o hacer parte de la patota en la casa de otro. Lo que no mata engorda, decían las abuelas cuando uno y los amigos no nos veíamos detrás del mugre; nos hacían bañar las manos ¡y a comer se dijo!
Lamentablemente, hoy en día todo este delicioso cuento, parte de un pasado que no volverá, se ha ido reemplazando vertiginosa e inexorablemente por un aparatico que tiene a todos, niños, jóvenes y viejos, literalmente apendejados, con la mente en Júpiter y los ojos irritados cual llorona: Su majestad, el celular.
En este momento es muy, pero muy raro encontrarse uno con alguien que no esté pegado al celular, bien hablando o bien chateando y los más descarados y peligrosos manejando. De hecho, usar el celular mientras se conduce multiplica por cuatro las posibilidades de tener un accidente o mínimo que le apliquen la infracción C 38 y le toque bajarse de 650.000 pesitos… y pilas, así esté con el semáforo en rojo.
Las reuniones familiares se convirtieron en un montón de extraños embebidos en WhatsApp, otros en Facebook, y los más adictos en Tik tok. Todos con cara de zombis, inexpresivos y algunos con cierta mala cara porque se les solicita atención. Si usted le dice a alguien que deje a su mujer, sonríe, si le dice que deje su trabajo, levanta las cejas, pero si le dice que deje un momento el celular le lanza una mirada como si lo quisiera matar. Ensáyelo y me dará la razón. En efecto, hay una patología llamada nomofobia, que consiste en un trastorno de ansiedad que aparece cuando el sujeto se manda la mano al celular y se da cuenta de que no lo tiene. Pero la angustia no es por haberlo dejado cerca a la esposa y sin contraseña: la angustia es en verdad patológica.
Según investigaciones médicas y psicológicas, los niños pequeños responden a tres estímulos para que su cerebro libere serotonina: visuales, auditivos y de movimiento. Por eso se usan los móviles para distraer a los bebés. Para las mamis que confunden móvil con celular, el móvil es un aparatico de cuerda que se pone en la cuna, el bebé jala el hilo, el móvil comienza a dar vueltas y el musical da una melodía que, generalmente es Canción de cuna de Brahms. El niño hace el esfuerzo de enfocar sus ojitos para detectar de dónde viene el sonido y cuando le coge el tiro, es una fiesta para él, con la consecuente liberación de serotonina, también llamada la hormona de la felicidad.
Cuando a un niño se le cambia la música, el juego u otra clase de estímulos por un celular, todas las respuestas a estímulos están ahí, en una sola pantallita y la liberación de serotonina sin ningún esfuerzo convierte la fuente del estímulo (en este caso el celular) en una adicción.
La adicción al celular no solo causa pérdidas de tiempo. El asunto es más complicado pues se ha comprobado que la excesiva exposición a las pantallas puede ser detonante o agravante del trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Si lo desean, pueden profundizar un poco más del tema en este link: TDAH: síntomas, impacto de los dispositivos electrónicos y tratamientos efectivos – Top Doctors Blog
Da grima ver a madres adolescentes con los bebés en sus cochecitos jugando con un celular. Estamos a punto de ver una generación de idiotas, desde niños hasta viejos. Para darnos un airecito y dejar un poco lo trascendental del tema, los invito a ver este corto video de su majestad el celular en todo su esplendor:
*Me perdonan los menores de 40 porque, por la terminología, parecería que estoy escribiendo en ruso. (Consulten en el celular)
Por Rafael Antonio Mejía Afanador