VERDAD CON DUEÑO ES MENTIRA

Por: Rafael Antonio Mejía Afanador
“Debido a que la velocidad de la luz es mucho mayor a la del sonido, ciertas personas nos parecen brillantes un rato… antes de escuchar las tonterías que dicen” Roberto Fontanarrosa
1973. Año de sustanciales noticias: Crisis del petróleo; mueren Picasso y Nino Bravo; primera llamada desde un teléfono móvil; inauguración del World Trade Center; los gringos derrocan a Allende (también un 11 de septiembre, qué ironía, ¿no?); los gringos son sacados a escobazos de Vietnam… y la lista sigue. Cursaba entonces mi primer año de bachillerato en el IBTIMI de Paz de Río. Ya el queridísimo profe de quinto de primaria, Desiderio Espíndola, nos había instruido acerca del teje maneje de nuestro nuevo segundo hogar; ya no sería un solo profesor para todas las materias sino una materia por profesor, lo cual se constituía en un nuevo reto a superar.
Esta nueva vida me ofrecía otros espacios, nuevos amigos, laboratorios, talleres, otras expectativas y cositas que prometían un cambio altamente positivo. Entre todas las novedades que tenía ese nuevo mundo me llamó la atención que se intentó (no sé por qué no funcionó) fundar un periódico. Se convocó una reunión preliminar con todos los interesados y como siempre me llamó la atención el asunto, levanté la mano de una.
Recuerdo que nos reunimos en la biblioteca, que no funcionaba en las instalaciones del colegio sino en la casa de al lado, donde el amigo Tomo Rojas, donde también funcionó el grado 12: sí, nos alcanzaron a clavar siete años de bachillerato, creo que el experimento no funcionó, pero recuerdo que entre los ‘damnificados’ estaban Hernando Caicedo y mi vecino Carlos Fuentes.
Con tanta vaina que hay para recordar, a veces se le refunden a uno los datos y no recuerdo quién era el líder. Lo que sí tengo bien claro es que quienes manejaban el frustrado proyecto nos repetían hasta el cansancio: “primero la verdad”.
Hasta ahí la cosa suena muy bien, y hasta fácil, pero la cuestión tiene más de ancho que de largo porque intentar definir qué es verdad es más espinoso que un nicuro. Por un lado, para los antiguos griegos algo es verdadero sólo si se ajusta a unos hechos o a la realidad. Y como todos interactuamos y vivimos en disímiles contextos, calculen. Platón creía que la verdad es un ideal, como la belleza y el bien. Y como serpiente comiéndose por la cola… ¿qué es el bien? Como lo dije antes: espinoso.
Para Kant, la verdad era la adecuación del conocimiento con el objeto. Hegel iba más allá, consideraba que lo verdadero era únicamente lo absoluto. Después, a Descartes se le ocurrió que lo verdadero es lo que se presenta al intelecto de una manera clara y evidente. Y como diría Turbay, “evidentemente”, cada una de estas teorías tiene sus huecos que las pueden llevar al mismo destino del Titanic. Todas, hasta la teoría del consenso, que dice que un postulado es verdadero cuando es aceptado por todos los miembros de una comunidad. Así las cosas, este consensus gentium no se daría ni en una pareja, aunque ahí el hombre siempre tiene la última palabra: “sí señora”.
A pesar del cacumen griego y de las demás lumbreras de la filosofía, me quedo con la alusión poético -popular que dice: “Hay tres verdades, la tuya, la mía y la verdad”. Lo curioso es que a encontrar la verdad no enseñan en la facultad: Es algo de la casita, de los valores con los que nos criaron, valores que deben ser inherentes al periodista.
Ryszard Kapuściński, en una entrevista para el periódico El Mundo afirmó: «Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas». Volviendo atrás, la cuestión se podría problematizar con la pregunta: ¿Y qué es ser buen ser humano? ¿Dónde está la frontera que determina lo bueno y dónde comienza lo malo? Creo que también la respuesta la podríamos encontrar en la casita: los valores, mijo, los valores.
Resulta incuestionable, para cualquier persona con un mínimo de sensatez, que la prensa tradicional colombiana está sufriendo una crisis de credibilidad sin precedentes. La llegada de los medios digitales desnudó el contubernio que siempre hubo entre prensa y poder económico. Obvio, aquí lo absoluto resultaría contraevidente pues la prensa ha sido artífice de muchos descubrimientos y ha sido aliada de la sociedad civil en muchos casos. También han sido ejemplares las conductas éticas y morales de buenos seres humanos como el inmolado director de El Espectador Guillermo Cano, a quien su cruzada por la verdad le costó la vida hace ya 39 años en circunstancias que aún no hemos olvidado. En justicia, hay otras excepciones, pero son escasas.
Decía Carlos J. Villar Borda en La pasión del periodismo, que “el verdadero dueño de un periódico es el lector”. Lastimosamente ahora los intereses económicos son superiores al interés comunitario, para un grupo económico, el medio de comunicación es sólo una ficha más de su ajedrez.
La nefasta trilogía poder económico, poder político y poder mediático se convirtió en el verdadero statu quo de gran parte del planeta. Ya muchos periodistas no escriben para el lector sino para el dueño. Por eso vemos personajes como Vicky Dávila, Néstor Morales, Julio Sánchez o Luis Carlos Vélez, cuyos enormes rabos de paja se pasean orondos entre la opinión y la información. Y para colmo, en algunas cadenas radiales y de televisión, mentir en primera plana y rectificar en la última se volvió parte del paisaje. Triste destino del otrora oficio más bello del mundo, que en palabras de García Márquez adquirió un aura mágica.
Ojalá vengan mejores tiempos para que con profesionalismo, ética, idoneidad y una sólida formación académica este hermoso oficio surja de las cenizas y que la verdad no tenga dueño, como lo dice el poeta español Pedro Lezcano en Romance de la verdad y la mentira. Si gustan leerlo, por favor clic aquí: Romance de la verdad y la mentira/
PREGUNTA CHIMBA: Los medios tradicionales, o periodistas a título personal, que han faltado a la ética tergiversado intencionalmente los hechos, inventando información, la han ocultado, le han vendido a su público opinión en lugar de información ¿tendrán algo, mucho a nada que decir ante la grave situación de polarización y desinformación que vive el país? ¿No les remorderá la conciencia?
PREGUNTA CHIMBA 2: ¿No resulta raro que un demócrata les quite a los trabajadores de salario mínimo una serie de derechos de un solo plumazo y sea un dictador el que se los quiera regresar? ¿Cómo la ven?