Opinionpor: Rafael Mejía A.

El papel de los colombianos

Cualquier ciudadano desprevenido podría decir que se trata del papel “Familia”, pero no: el verdadero papel de los colombianos es nuestro inseparable amigo El formato, aunque al final del día ambos sirven más o menos para lo mismo. 

A partir de los años 80 comenzaron a surgir por toda la faz de este hermoso platanal unos avichuchos que se encargaban de decirle a las empresas qué estaba bien y qué estaba mal, aunque su origen se remonta a la creación de la famosa norma ISO (International Organization for Standardization) que se encarga de que los procesos en las empresas se registren bien, así los resultados no queden tan bien. Lo importante es el papel, la certificación, la forma, así lo demás esté rotundamente mal. Somos una raza proclive a la apariencia: no importa que lo de adentro esté podrido, con tal de que la cáscara se vea bien. 

Les tengo varios ejemplos. A finales de los años 90, una señora de Tocaima murió en Bogotá en una notaría tratando de demostrar que estaba viva. La señora necesitaba urgentemente un formatico llamado “supervivencia” para que un nieto le pudiera cobrar la pensión, pero adelantando las diligencias en la notaría, lamentablemente, falleció.

A comienzos del 2000 a un occiso en Pensilvania, Caldas, casi no le pueden dar cristiana sepultura porque el encargado de las actas de defunción estaba de puente y en la funeraria no quisieron hacer la vuelta porque faltaba el formatico. No importaba que el cliente estuviera muerto, lo importante era el papel.     

Por esa misma época, dos reconocidas marcas de caldo de gallina se enfrascaron en una guerra publicitaria donde lo esencial no era la calidad del caldo sino la calidad del papel que los envolvía… patético, ¿no?

Y una cereza para ese bocato di cardinale es de no te lo puedo creer: tutela al alcalde electo de Tunja donde demuestre hasta la saciedad que él es un ser humano y no un holograma o un chip. Pregunta: ¿cuál es peor, el tutelante o el juez que recibió semejante esperpento? Otra vez, lo importante es el papelito. Ojalá autenticado. Échele una miradita aquí: Tutela al alcalde de Tunja   

No se trata de promover la cultura de la improvisación y de la ausencia de evaluación de los procesos. No, se trata de que haya coherencia entre lo que escribimos y lo que hacemos. Si no me quieren creer, vayan a un colegio, el que sea y miren, por ejemplo, los célebres diarios de clase. Son hilarantes: si uno hiciera el 10% de lo que dice ahí, los estudiantes no pasarían a la universidad sino directamente a la NASA. Lo puedo decir ahora que no me pueden joder la vida por eso.

Démosle una mirada a las actas de reuniones. Anteriormente, los secretarios hacían gala de una finísima prosa para seguir y resumir instantáneamente los planteamientos de los participantes con una caligrafía de concurso. Ahora estos raros ejemplares no se consiguen sino en los museos porque los cambiaron por los formaticos, que vienen hermosamente adornados con estadísticas, cuadros en excel y concluidos con las famosas DOFA, que para mí no son matrices sino *matroces. 

El elemento humano está excluido de esta moda y parece que hubieran plagiado al Principito, porque lo esencial es invisible a los ojos, pero a los ojos de ellos porque lo verdaderamente importante es el formato y que esté muy bien diligenciado.      

Matroz: boyacensismo para designar algo superlativamente horrible 

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