Opinion

ECONOMÍA DINÁMICA

La economía es una ciencia social. Sin embargo, a finales del siglo XIX se dio una discusión sobre el carácter de esta disciplina y algunos teóricos preocupados porque no se le diera la importancia debida, introdujeron un arsenal matemático que la convirtió en poco menos que una ciencia esotérica al alcance único de algunos iniciados. Se expandió la creencia de que para ser economista se tenía que ser un genio de las matemáticas y hubo muchos desarrollos, bastante discutibles algunos, que introdujeron el cálculo diferencial e integral para saber que sentiría el consumidor con cada nueva Cocacola que se tomaba o cuando el empresario contrataba al último trabajador, cuyo salario debería ser igual al costo marginal.

De las contribuciones de las matemáticas, puede decirse que quizás la mayor, la hizo un ruso nacionalizado norteamericano, quien mostró cómo había una interrelación decisiva entre el comportamiento de los insumos y los productos y al revés. Su nombre Wassily Leontief y en la Economía su ordenamiento matemático se conoce como la Inversa de Leontief, de mucha utilidad para medir el impacto de los precios de las materias primes en el producto final y en general el impacto en la economía de un país o región.

No se puede decir lo mismo de Walras quien mediante un sistema de ecuaciones simultáneas buscó la manera de predecir el comportamiento de la economía mediante modelos llamados de Equilibrio General, pero éstos tenían un enorme obstáculo: se basaban en que para que fueran útiles tenían que cumplirse muchos supuestos y ese ha sido el enorme problema de la economía contemporánea que ha querido medir el comportamiento de una sociedad donde cada individuo es una variable que no se puede encasillar para darle gusto a los modelos matemáticos.

Podría decirse que los modelos parten de una premisa bastante simple, por ejemplo que si un bien es escaso su precio sube y al contrario su precio baja. Digamos que ante un alto desempleo, lo recomendable sería bajar los salarios tanto como sea necesario hasta lograr el pleno empleo. De igual manera, si los empresarios no invierten se deben reducir los impuestos a los ricos hasta motivarlos lo suficiente para que saquen sus capitales y los inviertan productivamente.

La verdad es que este tipo de razonamientos nos ha traído a donde hoy estamos: un mundo desigual con una clase empresarial indolente, que busca donde le cobren menos impuestos para llevar allí sus capitales, no importa que la dignidad de los trabajadores sea pisoteada, e incluso que los derechos sean violados, todo vale con tal de maximizar la ganancia. En el otro extremo está un ejército de excluidos que le encuentran cada vez menos sentido a la vida.

Pero resulta que los individuos quienes tienen que quedarse muy quietecitos para que los modelos matemáticos funcionen, son personas que piensan y actúan y cuando no ven opciones de desarrollo, seguridad personal y colectiva y en general perspectivas de mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo, optan por traspasar las fronteras y buscar nuevos horizontes en países que le ofrezcan las oportunidades que les niegan sus países de origen. Muchas veces se exponen a situaciones que ponen en peligro la vida misma, pero la desesperación los empuja ya sea a montarse en barcos, algunos de los cuales naufragan por sobrecupo entre África y Europa o a pasar caminando el Tapón del Darién entre Colombia y Panamá y formar verdaderas caravanas trashumantes que atraviesan América Central y México para llegar agotados y con una cada vez más remota esperanza de poder pasar la frontera que les permita encontrar el sueño americano, que ahora más parece una pesadilla.  

Lo anterior sin contar a quienes se pueden pagar pasajes en avión y entrar por los aeropuertos con el idéntico propósito de quedarse en otro país, muchos profesionales dispuestos a lavar platos, porque en comparación a la vida miserable que tienen que soportar en sus países, aún lavar platos es mejor opción en una nación desarrollada. Esto ha resultado en unos servidores domésticos altamente calificados que no pueden ejercer sus profesiones ya sea por la barrera del idioma o porque sus títulos no les son homologados.

Si estos son los resultados de aplicar esas teorías, hay que revisarlas porque los resultados han sido catastróficos. Para ser un buen economista basta con saber las cuatro operaciones fundamentales y leer mucho.

Por: Manuel Álvaro Ramírez R.
Magíster en Economía Universidad de los Andes

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