Opinion

PETRO VA POR MÁS

Por: Manuel Álvaro Ramírez R.

La grandeza del presidente Gustavo Petro ha quedado demostrada más de una vez desde que ganó las elecciones. No sólo fue capaz de vencer esa jauría que se puso al descubierto a lo largo de estos casi tres años de gobierno sino que ha tenido que enfrentar muchos intentos de desestabilización que comenzaron prácticamente el mismo día de su posesión.

 El primer acto simbólico pero trascendental fue la exigencia de que se llevara a la Plaza de Bolívar la espada del Libertador, fue un mensaje directo a la Fuerzas Militares sobre la obediencia debida a su comandante supremo. A partir del siete de agosto de 2022 vino un retiro de oficiales de alta graduación de todas y cada una de las fuerzas armadas. Esa vez fue el pulso que no se pensaba que iba a apostar, pero lo hizo y salió victorioso. Desde entonces, se ganó muchos enemigos, aparte de los que ya tenía, dentro de esas fuerzas, pero Petro sabía lo que estaba haciendo y se apoyó entonces en la base, les subió el sueldo y mejoró la comida los soldados y policías que son quienes componen el real poder de la tropa.

Desde el primer día ha tenido que lidiar con todos los poderes públicos y aunque sabía que las relaciones con la prensa no iban a ser fáciles, no se imaginaba que esta se iba a comportar como un partido más y como caja de resonancia de todo lo que significara golpes a su gobierno. Los medios de comunicación comprendieron que podían actuar con total impunidad, cobijados en la libertad de prensa, y se dedicaron a levantar infamias y calumnias de las cuales todavía estamos esperando pruebas: Las tulas con el dinero que manejó la hoy canciller, el proceso contra su hijo en el cual las preguntas no se dirigían al delito sino indirectamente al Presidente, son sólo dos botones de muestra.

Pero, la larga trayectoria de Petro como congresista le dio los kilates suficientes para actuar dentro de la legalidad pero con firmeza y ante cada arremetida desde los distintos poderes, ha respondido dentro de la ley y respetando las instituciones como lo acaba de exponer públicamente el procurador general de la Nación Gregorio Eljach, quien afirmó que “nadie puede decir que el Presidente ha roto la institucionalidad”. Petro sabe como pocos cómo funciona el Congreso, aunque no es abogado conoce mejor que muchos que sí lo son, las leyes porque ha participado en la elaboración de una considerable cantidad y conoce el funcionamiento del legislativo desde adentro.

Sería demasiado dispendioso hacer un recuento de todos los enfrentamientos que ha tenido que librar, pero conviene analizar lo que acaba de pasar con la convocatoria a la consulta popular y la reforma laboral. En el ambiente más enrarecido que uno pudiera imaginar, en medio de los ánimos caldeados llegó el atentado criminal contra uno de los precandidatos de la extrema derecha; no terminaban de recoger al herido cuando ya estaban culpando al Presidente y pidiendo su renuncia. No podría haber un escenario más adverso para llevar a cabo cualquier propuesta presidencial.

Sin embargo, Gustavo Petro lo hizo, siguió adelante con su propuesta de consulta popular y siguió haciendo lo que sabe: apoyarse en la gente humilde que muy pronto comprendió que aunque no se conoce de donde vino la orden del atentado sí intuye que no fue realmente contra un delfín del uribismo sino un disparo directo al corazón del Gobierno, la víctima era simplemente una ficha fácilmente reemplazable. La obscena utilización de quien hoy se debate entre la vida y la muerte es una muestra de la ruindad de la derecha.

Pero, dejando aparte los dolores individuales, Miguel Uribe Turbay no es alguien que se haya destacado por su defensa de las causas nobles. No. Es uno de los más recalcitrantes y vociferantes enemigos del pueblo, de ese pueblo que Petro representa.

La grandeza de Petro ha quedado patente en la reciente aprobación de la reforma laboral, que pese a todo pronóstico y a todo el ambiente adverso, le devuelve a los trabajadores los derechos conculcados mediante la Ley 789 de 2002, inspirada en el argumento de que a Colombia la estaba matando la pereza y que lo que había que hacer era recortar las vacaciones y el sueño. Sin acudir a nada extrainstitucional, Petro logró imponer su reforma y envalentonado por el triunfo, va por más, ahora propone una asamblea Nacional Constituyente. Que lo logre es difícil, pero que va a mantener a los colombianos alerta es seguro.

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