Opinion

A MIGUEL URIBE NO LO MATARON POR SUS IDEAS POLÍTICAS

Durante el sepelio del senador y precandidato Miguel Uribe, se escuchó en varias ocasiones la frase, legado de Miguel. Condolencias aparte, muchos se preguntarán cuál fue su legado, porque digamos, a Álvaro Uribe hay quienes en el imaginario le reconocen haber devuelto la seguridad como la derecha la entiende, a Gaviria la apertura de los mercados y la constitución de 1991, a Santos la paz con las FARC y a Duque, si acaso, el manejo de la pandemia del Covid19, pero a Miguel Uribe, aún si se escudriñara con palillos a ver si se le puede recordar por algo en su paso por el Congreso, no se encontrará absolutamente nada.

En política, pese a la definición como el arte del engaño, a veces las cosas hay que decirlas en forma directa y lo primero que hay que señalar es que a Miguel Uribe no lo mataron por sus ideas ni por pensar distinto. Si fuera por las primeras tocaría preguntar cuáles eran, porque que se sepa no hubo en sus planteamientos de precampaña ninguna propuesta novedosa. Además, dentro de su propio partido lo acusaron de utilizar $500 milloncitos para apuntalar su candidatura y lograr su designación a dedo, aparte de recordarle su fracaso como candidato a la alcaldía de Bogotá, lo acusaron de llegar en paracaídas al Centro Democrático y para rematar, al encuentro de precandidatos en Barranquilla a donde acudieron los aspirantes al designio y que más pareció un maestro de primaria corrigiendo a los dóciles pupilos, no lo invitaron. Miguel, fue el gran ausente y eso estaba enviando una señal muy clara, porque Álvaro Uribe Vélez no deja nada al azar.

A Miguel Uribe no lo mataron por pensar distinto. Si así fuera, todo apuntaría a la izquierda y convertiría en blanco a todo aquel que se identificara con sus ideas. Sin embargo, realmente era un personaje bastante irrelevante que lo único que tenía en su haber era el apellido de su abuelo, de triste recordación, él sí, pero no se le puede desconocer que quizás era un hombre inteligente, como millones que piensan distinto y no hay un plan para asesinarlos como sí lo hubo, por ejemplo, en el caso de la Unión Patriótica.

Dicho esto, se puede arriesgar una hipótesis que Álvaro Leyva alcanzó al balbucear en los audios ya conocidos donde menciona a Miguel Uribe y se pregunta a quién representaba. Se trataba de un plan para dar un golpe de Estado contra el presidente Petro. En otros términos, todo lo que se hiciera para ‘sacar a este tipo’, es decir al Presidente, que es como empiezan los audios de Leyva, tenía que estar respaldado por muchos actores entre los que se alcanza a mencionar al Clan del Golfo, al ELN y a la ‘única candidata que no va a ser presidenta’ refiriéndose a Vicky Dávila. Todo esto con el auspicio de la gusanera, término bajo el cual en Miami designan a la extrema derecha de origen cubano, para quienes cualquier reforma en favor de los miembros más vulnerables de la sociedad les suena a comunismo.

Entonces a Miguel Uribe Turbay lo mataron como parte de un plan de la extrema derecha, a nadie más le convenía ese asesinato, pero no se trataba sólo de matarlo sino de culpar de inmediato al Gobierno y más específicamente al presidente Gustavo Petro. No se sabe y quizás nunca se sabrá si por ejemplo Vicky Dávila que en cuanto sonaron los disparos ya estaba armando viaje para la Fundación Santafé, estaba al tanto del atentado, quizás no. Pero cualquier cosa que pase en este país si tiene connotaciones negativas, ella es especialista en torcerle el cuello al acontecimiento y armar un relato que apunte siempre hacia el Primer Mandatario. La lógica es perversamente simple: se arma el relato, los medios lo difunden y se fija en la teleaudiencia y en el público en general como verdad y la gente termina convencida de la infamia y cuando ya se ha instalado en los cerebros, en el mejor de los casos, como pasó con el Excanciller, basta con una retractación, una simple declaración de que lo que afirmó en varias cartas, era falso, como quedó consignado cuando se le preguntó en su declaración si le constaba algo de lo que había escrito, respondió que ‘no, absolutamente no’. Pero el mal ya estaba hecho y así funciona el relato de esa derecha rastrera y lumpen.

Para finalizar y advertir lo que se viene, en una charla difundida masivamente por redes sociales, entre Paloma Valencia y María Fernanda Cabal se habla de que Miguel Uribe estaba trabajando con unos venezolanos en su campaña y no olvidemos que ya un tal J.J. Rendón, especialista en difundir infamias, estuvo en algunas campañas del pasado no sólo en Colombia sino en varios países latinoamericanos. Dejemos quieto a Miguel, y ojalá que mis palabras sí lo ofendan.

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