CAMALEÓN: DE CANCILLER A SIMPLE LAGARTO

El excanciller Álvaro Leyva en su afán de figurar de alguna forma, optó por sumarse a la procesión que encabezó María Jimena Duzán, compuesta por aquellos que posando de progresistas buscan réditos sacando prestadas las calumnias que desova la derecha y, gracias a sus malabarismos, hacer creer que se trata de crítica imparcial porque viene de las mismas entrañas del Progresismo, aunque en verdad nunca lo han sido.
Ahora resulta que el Presidente le hizo pasar a Leyva «momentos embarazosos para mí como persona y como su canciller. Y mucho más cuando supe en dónde había estado», frase venenosa que sugiere de forma malévola que mínimo se habría ido a algún fumadero de opio o algo peor. Y para rematar la infamia, asegura que «fue en París donde pude confirmar que usted tenía el problema de la drogadicción». No se sabe cómo lo pudo confirmar, excepto que Petro le hubiera encargado comprar algunas dosis y él perrunamente hubiera hecho caso.
Pero no. Petro se defiende, primero reclamando de la prensa un comportamiento serio y segundo llamando la atención al examigo, a quien alguna vez le tendió la mano. Hasta aquí la exposición de los hechos antes de entrar al análisis de los alcances de este tipo de prácticas y tratar de dilucidar lo que se esconde detrás de las infamias, que no es ni mucho menos una intención genuina de ayudar a un amigo en problemas, que por lo menos en lo que tiene que ver con drogas no tiene el Presidente, sino el afán de mantener vigencia y adquirir notoriedad ante los medios basura que reciben con alborozo toda la porquería que esparcen los neocruzados de las buenas costumbres presidenciales.
Antes de continuar conviene aclarar que no se trata de difamar a un opositor para desprestigiarlo y que, mediante la práctica de escudriñar en su vida personal, tratar de deslegitimarlo como se hace, por ejemplo, con los testigos de Álvaro Uribe, tan popular en estas columnas. Se trata sí, de explicar por qué detrás de unas actuaciones rastreras se busca figurar en busca de beneficios personales y además de defender, cómo no, a un Presidente de quien estamos convencidos no tiene entre sus múltiples defectos el de la drogadicción ni el alcoholismo.
Álvaro Leyva Durán nació en 1942, va a cumplir 83 años en agosto y viene de familia conservadora lo cual explica su paso por ese partido en sus comienzos como político, sin que esto sea un hecho reprobable. Ha oficiado de mediador con varios movimientos y hay que reconocerle que al lado de Piedad Córdoba ha hecho de la paz una de sus banderas a tal punto que la lenguaraz María Fernanda Cabal alguna vez lo señaló como el verdadero canciller de las FARC.
Ya al final de su carrera, encontró que había en el movimiento encabezado por Gustavo Petro una posibilidad de reencauche y conseguir una chambita en el seguro ganador de las elecciones presidenciales de 2022. Fue así como enfiló baterías y con mucho olfato político se dedicó a denunciar los pecados de las élites a las que conoce muy de cerca y a defender a capa y espada al Presidente una vez elegido. En sus propias palabras una vez dijo: “Se equivocan quienes apuestan a que Gustavo Petro no terminará su mandato, o quienes piensan que él o su campaña pueden estar vinculados a dineros de mala procedencia, o no informados. Pensar con el deseo es una cosa, la verdad es otra, conozco al hombre en esos terrenos limpio, transparente. No confundan una situación de familia, sin duda diferente y difícil de comprender”.
https://www.youtube.com/watch?v=QlBHY42sD3Y. Mas ahora, en su afán de figuración el otrora canciller, acaba de descubrir que el hombre que conocía limpio y transparente tiene su lado opaco. En conclusión, lo que hay detrás de esta carta es una petición temprana de puesto, apostando que ganará la derecha, pero quizás nadie lo resumió mejor que la ministra de comercio encargada Cielo Rusinque, quien dijo que Leyva “Perdió lo que nunca se debe perder: la dignidad y el decoro”.