Opinion

DERECHITOS

Por: Rafael Antonio Mejía Afanador

«El mercado no puede gobernarnos, porque el mercado no tiene corazón.»

Pepe Mujica

Parodiando horriblemente a nuestro Nobel, ‘cuando yo era feliz y documentado’, por allá finalizando los años noventa, gracias al doctor Pastrana Júnior pudimos hacer un viajecito a tierra caliente, exactamente a una finca muy cerca a Melgar, veraneadero de los bogotanos que no tienen para ir a San Andrés. Bueno, a mí tampoco me alcanzaba pero no era bogotano, así que sin más ni más, arrancó el paseo y arranca esta historia. 

¿Por qué gracias a Pastrana el paseo? Pues resulta que como todos los años, a todos los trabajadores públicos y privados, nos suben el salario en enero. La vaina es que cuando llega el aumento uno ya se lo ha gastado en diciembre. En aquella ocasión, también nos gastamos la plata en diciembre pero el aumento nunca llegó. Más aburridos que mico recién cogido, comenzamos a echarle lápiz a las cuentas: pago de colegios, cuota de la casa, predial y demás carajadas que nos reducen el salario a su mínima expresión. Entonces tocó, como dice mi amigo Jorgito Avella, “hacer como hacen en otras partes: paciencia.”

Pero como no hay bonito sin su pero ni feo sin su gracia, la gracia de la jugadita de Pastranita es que teníamos ahorrado lo del aumento y con eso pudimos ir en junio al mentado paseo. Con la familia de mi cuñada Clarita y con el carro de la suegra prestado, arrancamos p’al Tolima, obviamente, con todo y suegra.

Cuando paramos a almorzar en las afueras del Guamo, Tolima, con mi pariente Manolo comenzamos la mamadera de gallo pidiendo los platos imitando el acento de Emeterio y Felipe, Los Tolimenses. Confieso que nos íbamos pasando de calidad y al final, a las  meseras ya les provocaba tirarnos los platos por la cara. Así sería la jodedera.  

Una vez superado lo del almuerzo, salimos del restaurante y nos ganamos tremenda vaciada de nuestras consortes por imitar con burla el acento tolimense: que cogiéramos seriedad y que en todas partes se hablaba con algún tipo de acento, y que en cualquier parte no todos hablaban con el mismo acento… in other words, nos pegaron una buena trapeada. De pronto vimos un guámbito como de unos diez años y le preguntamos con toda la seriedad del caso que cómo podíamos subir al centro del pueblo, pues el restaurante quedaba en la variante. El chico muy tieso y muy majo nos observó y con un hermoso acento tolimense dijo: ¿Ustedes ven ese poste que hay allá? Entonces lleguen al poste y se van derechiiiiitos. Después de eso nos tocó regañarlas a ellas.

Y nos fuimos derechitos. Así como cuando el honorable congreso de esta sufrida república pretende darnos derechitos tratando hipócritamente de restablecer lo que a los trabajadores, en el pasado, nos quitaron de forma aleve e infame. 

No sé por qué cuando un gobierno, el que sea, nos arrebata derechos olímpicamente y a punta de falacias ahí sí la ley, el congreso, la alineación de planetas, la buena suerte, el entreguismo, la financiación de las campañas, la habilidad manzanillista y la mermelada, todo funciona al 100% para jodernos a todos. Pero cuando se quieren restituir esos derechos sí toca con rogadera, con paros, con amenazas de consulta popular y con toda clase de pataleos para que los devuelvan recortados y con los plazos que se les dé la gana, como en el caso del pago por festivos: toca esperar hasta el 2027 para que lo devuelvan completo, pero para quitarlo sí fue de un plumazo y “comuníquese y cúmplase”. Chévere.

Recuerden que el señor que firmó la ley 789 de 2002  y que vociferaba echando babaza que a Colombia la está matando la pereza, que había que recortar la jornada de sueño y las jornada de vacaciones, ese mismo prometió miles y miles de puestos de trabajo con su nefasta reforma ¿y qué sucedió? Nada. El impacto sobre la creación de nuevos empleos fue casi nulo. Es decir, los empleadores se ahorraron la platica de los trabajadores, no se generaron empleos y, como siempre los que llevaron del bulto fueron los mismos de siempre. Deje así y échele café.

Causa curiosidad que los parlamentarios que se hacen los de las gafas con el bienestar de los trabajadores sean los mismos que hunden propuestas para que se reduzca la grosería de salarios que se ganan por el ‘trabajo’ que hacen. Causa curiosidad que esos mismos parlamentarios de forma grotesca y vulgar ‘celebran’ el hundimiento de reformas que favorecen a los pendejos que votaron por ellos. Y más curiosidad que algunos de los afectados defiendan a esos parlamentarios. Eso sí es de apague y vámonos. 

Lo real, en plata contante y sonante es que nos tumbaron, nos quitaron derechos y nos van a devolver derechitos. ¡No hay derecho! 

PREGUNTA CHIMBA: ¿A la ruta de la carne entre la calle séptima y la calle tercera sur deberíamos llamarla la ruta de los huecos?

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