JUECES Y MAGISTRADOS: A GANARSE EL FAVOR DE LA GENTE

México está próximo a proponer ante el Congreso una ley que permita a sus ciudadanos elegir por voto popular a jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte, lo cual ha suscitado reacciones airadas de los empleados de la rama judicial, pero también de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá sus socios comerciales más importantes en el tratado de libre comercio.
Llama la atención un pronunciamiento del embajador norteamericano en ese País, Ken Salazar, según el cual ‘La reforma judicial del Gobierno pone en “riesgo” la democracia y las relaciones comerciales’, declaración que produjo una respuesta enérgica del presidente Andrés Manuel López Obrador AMLO, quien señaló que ‘La relación continúa, pero ojalá y exista de parte de ellos una ratificación de que van a ser respetuosos de la soberanía de México’. Dicho de otra manera, señor embajador, no meta las narices donde no lo están llamando.
Hacía mucha falta en América Latina presidentes como AMLO que pongan en su sitio a funcionarios extranjeros acostumbrados a dictar órdenes y ser obedecidos inmediatamente, al trotecito servil y sin chistar como en el ejército. Ya en ocasiones pasadas el Presidente de los mexicanos le había dicho a Donald Trump que la época cuando los norteamericanos ponían y quitaban presidentes en América Latina ya había pasado.
La reacción de los trabajadores judiciales era previsible, porque los está sacando de su zona de confort, es entendible y habrá con toda razón argumentos de parte y parte, pero con el respaldo popular que tiene el Movimiento de Regeneración Nacional Morena al que pertenece López Obrador y la ahora Presidenta electa Claudia Sheinbaum, es este el momento de llevar a cabo las profundas reformas que se requieren para que México tome en firme la vía de país democrático sin interferencias de ninguna clase. Mucho les ha costado a los mexicanos llegar hasta donde han avanzado.
Queda de todas formas el peligro de que los candidatos a ocupar los cargos sean patrocinados por los poderosos carteles del narcotráfico, que allá constituyen un poder en la sombra al que AMLO ha combatido pero que tienen todavía mucha fuerza y capacidad de corrupción por su fortaleza financiera. Es uno de los aspectos sobre los que tendrán los mexicanos que poner muy bien los ojos, porque lo extraño sería que los narcotraficantes no intentarán permear el poder judicial.
Pero la elección popular de jueces y magistrados tiene una ventaja indiscutible y es que significa acercar la justicia a la gente, sobre todo a la gente pobre. Adicionalmente, saca al poder judicial de la órbita de los demás poderes, sobre todo del ejecutivo porque de nada sirve que un gobierno tramite leyes si se las tumban los jueces en las cortes. Aquí en Colombia lo estamos viviendo, por ejemplo, cuando la Corte Constitucional tumbó un artículo de la reforma tributaria que prohibía deducir del ingreso gravable los pagos por concepto de regalías que la empresa le pagaba al Estado. Un regalo muy generoso a las multinacionales que nos hacen pensar que pudo haber intereses muy poderosos detrás de la sentencia, para proteger los mezquinos privilegios de muy influyentes empresas extractivas.
Finalmente, lo que se quiere es recordarle a la rama judicial, que por mucho poder que pretendan ostentar, todos ellos están sometidos al poder civil, al poder del pueblo y en últimas es este pueblo el responsable de esa construcción colectiva recopilada en códigos, teorías, fallos y sentencias. Bien por lo mexicanos y con seguridad el mundo entero estará pendiente del desenvolvimiento de este espinoso asunto.
Por: Manuel Álvaro Ramírez R. Magíster en Economía
Universidad de los Andes