La enfermedad de las nuevas generaciones
En la era digital, el acceso a la tecnología se ha vuelto prácticamente inevitable en nuestras vidas. Sin embargo, los pediatras de todo el mundo están levantando la voz ante la preocupante falta de conciencia por parte de los padres de familia respecto a la exposición obsesiva de bebés, niños y adolescentes a las pantallas. Especialmente tras la pandemia, esta situación se ha agravado, dejando a muchos niños con problemas derivados del uso excesivo de dispositivos electrónicos. La realidad es alarmante: muchos de ellos se despiertan y se acuestan con el ruido de estímulos visuales y sonoros provenientes de una pantalla.
Diversas investigaciones han demostrado los graves efectos negativos que el uso excesivo de pantallas puede tener en el desarrollo y la salud de los niños. Resulta que el 85% del desarrollo neuronal relacionado con la comunicación y el bienestar social ocurre en los tres primeros años de vida. Por lo tanto, el daño que se inflige a los bebés en particular es significativo, ya que exponen su cerebro, aún inmaduro, a una sobrecarga de estímulos para los cuales no está preparado para procesar. Esto tiene consecuencias directas en el desarrollo del lenguaje, que se produce gracias a la interacción del bebé con su entorno.
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Ante esta problemática, los pediatras recomiendan enfáticamente evitar cualquier contacto con pantallas de celulares, tablets o computadoras hasta los dos años de edad. Entre los 2 y los 5 años, la exposición a estas pantallas debe limitarse a un máximo de una hora al día. Esta medida contribuirá al desarrollo adecuado del lenguaje de los niños, ya que se les anima a interactuar durante actividades cotidianas como el baño, las comidas y la hora de dormir. Estos momentos son cruciales para agregar información verbal y no verbal que propiciará el desarrollo del lenguaje.
Además, se recomienda estimular a los bebés mediante juguetes, colores y objetos físicos, así como interactuar con personas que fomenten su interacción con elementos que pueden tocar. De esta manera, los pequeños podrán comenzar a gesticular sonidos e incluso palabras, sentando las bases para una comunicación adecuada en su futuro.
Es fundamental que los padres de familia comprendan que la tecnología no debe ser utilizada como una «niñera electrónica» que mantenga ocupados a sus hijos sin supervisión. Es responsabilidad de los adultos establecer límites saludables en el uso de pantallas y fomentar el contacto directo con el entorno físico y social de los niños.