LA LUCHA DE CLASES DEL SIGLO XXI

Por Manuel Álvaro Ramírez R.
Las sociedades capitalistas se caracterizan por la existencia de dos clases sociales, la burguesía y el proletariado, antagónicas las llamaba Marx, en el sentido de que no había posibilidad de una coexistencia pacífica, término también usado por el marxismo, sino una permanente lucha entre ellas. En este orden de ideas, desde el nacimiento del capitalismo, hasta bien entrado el siglo XX, esta lucha se manifestó en la organización de sindicatos, luchas obreras, huelgas, paros, grafitis e incluso muchas veces se usaron medios violentos.
Sin embargo, la burguesía industrial que caracterizó el desarrollo del capitalismo ha venido cediendo terreno como clase dominante ante los nuevos magnates de la virtualidad y la cibernética. En la industria manufacturera, los trabajadores tenían en las organizaciones obreras sus voceros reconocidos, pero, por un lado, una parte de la industria desapareció sobre todo en los llamados países en desarrollo e incluso en algunos países industrializados y de otro lado, los sindicatos hoy son un vestigio de organización que alguna vez existió, pero que actualmente escasamente en Colombia llega a un 4 por ciento.
Caber destacar que al desmantelamiento de la industria contribuyeron los llamados tratados de libre comercio que se diseminaron alrededor del mundo a comienzos del siglo XXI y a la desintegración de las organizaciones de trabajadores contribuyó en gran medida la proliferación de los contratos basura, como las llamadas órdenes de prestación de servicios, que en la práctica impide cualquier tipo de organización sindical. En Colombia, la estrategia se acompañó mediante las cooperativas de trabajo asociado, hoy tan de moda en las empresas de vigilancia, de flores, de palma de aceite y de banano, para mencionar sólo las más conocidas.
Como complemento a la eufemísticamente llamada flexibilización laboral, cuando la flexibilización no era suficiente, el modelo se reforzó con el asesinato de dirigentes sindicales por parte del paramilitarismo. No es gratuito que en las zonas donde proliferó la violencia armada como el Urabá, el Magdalena Medio o los Llanos Orientales sea donde las cooperativas de trabajo tuvieron un arraigo significativo. Conclusión, mientras la industria era destruida lo era también cualquier vestigio de organización sindical lo que dejó como resultado el deterioro sostenido de los salarios reales y el surgimiento de una derecha, poseedora de los residuos de la industria que sobrevivió a los tratados de libre comercio, ahora recalcitrantemente empecinada en oponerse a cualquier asomo de redistribución del ingreso.
La situación actual se caracteriza por una burguesía decadente e incapaz de encontrar un camino hacia el desarrollo y aferrada entonces a sus actividades tradicionales como el azúcar, la palma de aceite, el banano y las flores, donde mientras mantienen relaciones capitalistas en la comercialización de los productos, en la producción someten a los trabajadores a la condición de simples siervos. Podría afirmarse que no se basan en trabajo asalariado sino en una extraña relación de explotación precapitalista del trabajo a destajo sin prestaciones ni seguridad social.
Lo anterior se refiere a las condiciones internas, pero en el mundo se presenta una característica nueva y es el surgimiento de personas inconmensurablemente ricas, que no necesitan ser propietarias de grandes fábricas sino de plataformas que programan algoritmos por medio de las cuales se mueve el mundo contemporáneo. Algo que el economista griego Yanis Vardoufakis llama tecnofeudalismo y a los neomagnates, nubelistas. Y como es apenas obvio, apenas estos sujetos se sintieron con poder económico exigieron tomar el poder político para imponer su visión exclusiva de crecimiento y desarrollo. Y Donald Trump es la expresión nítida de las nuevas condiciones del capitalismo mundial que se sintetiza en la siguiente sentencia: La época de las relaciones amables, cuando funcionaba la diplomacia terminó, ahora lo que hay que hacer es cumplir las órdenes. Ucrania es el botón de muestra y la humanidad está reviviendo las condiciones de preguerra de 1939 (Gurtierrez Sanin, Francisco, en El Espectador, 07-03-2025).
Pero hay algo todavía más desalentador. Lo que está pasando en Gaza es el efecto demostración de la otra cara de la misma moneda; mientras se respalda incondicionalmente a Israel sin importar el asesinato de miles de niños, ancianos, mujeres y claro combatientes, que son la minoría, se anuncia de la forma más descarada que el plan delirante de Trump es construir un conjunto de resorts y condominios vacacionales que conviertan a Gaza en la Riviera del Medio Oriente.
Ante este panorama, no queda un camino diferente a responder de manera contundente. El fascismo se puede derrotar, ya está históricamente demostrado, pero ya va siendo hora de empezar a organizar la resistencia global.