Opinionpor: Carlos Andrés Carreño Hernández

PATRIMONIO CULTURALES EN TIEMPOS DE VIRTUALIDAD

La virtualidad, se ha convertido en un espacio importante de interacción para nuestras sociedades, algo que parecía tan lejano hace tan solo unos 25 o 30 años, es hoy una realidad, la comunicación a través del ciber espacio, la deconstrucción de la imagen en términos de pixeles, y la comunicación visual y gestual a través de pantallas, se ha convertido en parte de la cotidianidad.

Ante esta realidad, y en el marco del aislamiento en que aún nos encontramos, las problemáticas de pensamiento han ampliado su espectro, complejizándose y diversificando las posibilidades para su observación y discusión, en el entendido que la comunicación hoy ha cambiado los paradigmas que enfrentan dicotómicamente tiempo – espacio y presencia – ausencia, entre otras cuestiones relacionadas con la transmisión y circulación de contenidos de conocimiento, me refiero a conocimiento real, y no aquella epidermis delgada, que cual vellocino dorado cubre, en ocasiones, triviales publicaciones a través de las redes sociales.

Para el caso del patrimonio cultural, vale preguntarse qué enseñanza nos ha venido dejando esta situación. Para mí, esta virtualización de la cotidianidad, plantea unos retos enormes para aquellos que hemos decidido deambular a través de este campo de investigación, tan amplio, complejo y exquisitamente incierto. Dentro de estos retos se encuentra el pensar cómo transforman estás nuevas dinámicas sociales a través de internet, el corpus mismo del patrimonio cultural, y pienso que podría empezarse por las posibilidades que ofrece para la transmisión, entendiendo a esta como aquel hilo conductor que permite al patrimonio existir como lugar común, que se revitaliza constantemente a través de los relevos generacionales.

En este sentido, pensar el internet hoy trasciende el hecho meramente informativo y de divertimento, pues se convierte en un espacio que posibilita el aporte de las nuevas generaciones a ese patrimonio, siendo los niños y jóvenes nuevos actores que entran a ser parte integrante y actuante dentro de las lógicas de sentido que validan al patrimonio cultural como hecho social. Es decir, esas nuevas lógicas de pensamiento que desde la virtualidad construyen nuestros milenials y centenials, necesariamente deben articularse con las lógicas de sentido de su patrimonio, y de esta manera retar a pensar en nuevas formas de alimentar su razón de ser como significante cultural.


Carlos Andrés Carreño Hernández

Profesional en Conservación y Restauración de Bienes Muebles
Mg. en Patrimonio Cultural  
Contacto: [email protected]


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