SIRIA BALCANIZADA
Siria es uno de los países que tiene algunas de las fronteras más conflictivas del mundo. Por un lado, el matón de la región, Israel, por otro Irak; por el norte Turquía y por el sur Líbano y palestina, o lo que queda de ella. Estuvo gobernada por Hafez Al-Azad desde 1970 y a su muerte en el año 2000 lo sucedió su hijo Bashar Al-Azad hasta el 7 de diciembre de 2024 cuando una coalición variopinta lo depuso del cargo y el hombre tuvo que salir en desgracia hacia Rusia donde su amigo Vladimir Putin le otorgó asilo político. Esto es a grandes rasgos la síntesis de los últimos 54 años, pero la situación es mucho más compleja de lo que parece a primera vista.
La composición poblacional es también bastante enredada porque a las razones puramente étnicas se le suman elementos religiosos algunos de los cuales pueden ser bastante conflictivos. Para entender esto, hay que decir que el grupo más numeroso en cuanto a las etnias lo constituyen los kurdos que tienen presencia en Irán, Irak, Turquía y Siria y curiosamente este grupo terminó siendo uno de los principales damnificados del Estado Islámico, que en Turquía se llama Organización para la Liberación del Levante, comandados por Mohammed al Jawlani.
Al Jawlani es un buen muchacho por quien los Estados Unidos hace algunos años ofrecía US$10 millones de dólares, pero ahora, gracias a las metamorfosis políticas que permite el tío Sam, se convirtió en adalid de los rebeldes y luchadores por la libertad. Igual que los talibanes lo fueron en algún momento cuando les hacían el trabajo sucio a los gringos en Afganistán al enfrentarse con la antigua Unión Soviética
En síntesis, lo que hasta ahora se conocía como Siria ya no existe más y lo más probable es que en la práctica el País quede dividido en una especie de confederación con varios grupos que le imprimirán mucha inestabilidad a largo plazo, con Israel aprovechando para robar territorio aledaño a los Altos del Golán, los cuales ocupa ilegalmente desde 1967, unos kurdos un tanto debilitados pero son quienes controlan algunos campos petroleros muy valiosos y Hezbolá que no podrá hacer mucho excepto luchar por su propia supervivencia.
Se dice que las guerras se producen por la repartición del mundo y ciertamente estamos asistiendo a un enfrentamiento entre dos modos de entender la sociedad actual. De un lado están quienes sueñan con sobrevivir como hasta ahora como si la tierra contara con recursos inagotables y quienes conscientes de las limitaciones abogan por una sociedad más justa en la cual la codicia sea reemplazada por una forma de convivencia donde lo más importante sea la preservación de la vida. Son dos visiones totalmente opuestas.
Lo anterior implica que barajar y repartir de nuevo será un escenario bastante difícil si se tiene en cuenta que los Estados Unidos, aunque todavía tienen esa capacidad de maniobra que les permitía mangonear y golpear sobre la mesa para imponer sus decisiones, se estrella con una oposición que no siempre agacha la cerviz: México, Brasil y Colombia, sin contar a Venezuela, Cuba y Nicaragua que bastante tienen con sus problemas internos. Los gringos hasta ahora han podido actuar de forma arbitraria y lo que ha hecho con su irrestricto respaldo al genocidio que Israel está llevando a cabo en Gaza es la prueba fehaciente de su arrogancia, pero su espacio de maniobra se va reduciendo cada vez más con el surgimiento de otro contrapoder representado por la República Popular China. Cada decisión importante va a tener que consultarla con el gigante asiático.
En síntesis, el mundo está asistiendo a la antesala de un enfrentamiento que puede ser muy violento cuyo campo de operaciones está ahora en Siria, un país que terminará balcanizado y destruido. No hay un solo ejemplo en el planeta donde la intervención directa o indirecta de los norteamericanos haya resultado en cohesión y convivencia pacífica entre sus integrantes.
Por Manuel Álvaro Ramírez R. Magíster en Economía
Universidad de los Andes