Opinion

¡VOY POR LO MÍO!

Por Rafael Antonio Mejía Afanador

“El que paga para llegar, llega para robar” Magistrado Carlos Gaviria Díaz

Desde sus comienzos, nuestra independencia y autonomía han padecido de una rara cojera congénita que no nos ha dejado avanzar como sociedad. De todos es sabido que la mayoría de nuestros patriotas criollos (la gente de bien de ese entonces) no tenía hambre de libertad sino de dinero. Business are business, dicen los hermanos gringos.

Por eso lo que menos les importaba, –ayer, hoy y mañana– era la suerte de los negros, indígenas, campesinos, artesanos y obreros; como quien dice: Juan Pueblo, otra vez jódete. Y así, sin meterme de historiador, nació esa malévola percepción de sentirse predestinados para mandar, invisibilizar al otro, tomar la tajada más grande, hacer lo que se les dé la gana y no permitir que los demás puedan gozar de un salario digno, de vacaciones, viajar, disfrutar de una buena comida, un buen concierto… ¡No! todo es para ellos.

Y como a Juan Pueblo nunca le toca, creen que si al pobre lo dignifican, su statu quo puede peligrar, tesis reafirmada desde la bienvenida al futuro del eterno Gaviria, cuando decía a través de su monigote Ruddy Hommes: “al país le va bien, lástima que a la gente le va mal”. Obviamente y para variar, los grandes medios presentaban esa tesis como un gran logro, es decir, normalizaban que los ricos se hicieran cada vez más ricos, y que los demás no fuéramos parte del país. Dos pájaros de un sólo tiro.

Muchas de esas grandes fortunas se hicieron con base en la corrupción estatal, mejor dicho, nosotros hacemos la vaca (pagamos impuestos) para que ellos vivan bien.   

Como los prohombres de la derecha nos han tenido acostumbrados a ser campeones de todo lo malo, según los historiadores César Vásquez Bazán y Julio Höenisberg, peruano y colombiano respectivamente, fuimos los colombianos y peruanos quienes en Latinoamérica comenzamos a dar ejemplo de que robar al Estado y no dejarse pillar es ser avispado para los negocios, pura gente de bien, lo que hoy algunos llaman “emprendimiento”.

Estos pioneros fueron Francisco Antonio Zea, que tumbó al estado colombiano y Juan García del Río, quien hizo lo mismo con el peruano. Sólo por molestar: adivinen cuál fue la tierra que tuvo la fortuna de ver nacer a este par de campeones, sí, los dos. (Piensa mal y acertarás).

Vamos a dar una pasadita, a vuelo de pájaro, sobre cuál fue la hazaña del prominente antepasado del ministro de Gobierno de Samper, Fernando Botero Zea. García del Río fue subcampeón en Perú (1823) pero el excelentísimo doctor Zea tuvo la fortuna de cruzar la meta de primeritas (1822). Veamos qué fue lo que hizo para merecer el reinado: Zea tenía poderes plenipotenciarios otorgados por Bolívar para negociar un préstamo destinado a saldar cuentas con comerciantes ingleses que aportaron a la campaña libertadora y por ello, “negoció la deuda en los términos siguientes: La deuda existente era de 140.000 libras más los intereses. Por ello, se entregaban a Zea otras 140.000 libras en obligaciones, que éste debería vender al 65.5%. Con el producido de 91.712 libras, había que pagar los intereses iniciales, quedando ahora la deuda en 280.000 libras, más la tasa de interés ocasionada por este segundo préstamo”.

Pero como plata es plata, en palabras del honorable alcalde de Medellín, el bueno del doctor Zea fue por más y, como tenía plenos poderes, negoció un tercer préstamo, ahora por dos millones de libras esterlinas de las cuales 20.000 eran para él. Bueno, en justicia, no era para él: eran también para sus hijos, sus hermanos, para sus sobrinos y ‘amigues’.

El eminentísimo doctor Zea confundió negocio con negociado y “para garantizar el pago del empréstito, Colombia entregaba los derechos de exportaciones e importaciones, las rentas de las minas de oro, plata y las salinas, lo mismo que el producido por la venta del tabaco”. Como quien dice, le faltó darles derecho de pernada.

Ésta es, ha sido y será (si nosotros lo permitimos) nuestra egregia clase política que debería tener entre sus postulados, lemas, leyendas y similares, en papel sellado y con sello seco “¡VOY POR LO MÍO!”    

ADDENDA: Hoy domingo 8 de diciembre, en la Iglesia San José de Sogamoso a las 3:00 P.M se llevarán a cabo las exequias del señor José Fulvio García Ramírez, quien en vida se desempeñó en varias ocasiones como alcalde municipal en varias poblaciones del departamento como: Paz de Río, Socha y Tasco, municipio donde había nacido hace 64 años. Desde este espacio deseamos a toda su familia y allegados nuestras más sinceras condolencias.

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