OpinionPor: Jorge Armando Rodríguez Avella

Muchos presidentes y demasiados presidenciables

Algunos boyacenses cuentan con orgullo patrio y la correspondiente henchidura de pecho, que Boyacá ha tenido el mayor número de ocupantes del solio de Bolívar. Catorce son los ilustres que se han sentado a dirigir los destinos de Colombia.

Veamos algunos de los presidentes de Boyacá, cuyas fechas más importantes encontré en Google, por cierto. Manuel María Ramírez, nacido en una hacienda de Arauca, que entonces pertenecía a la provincia de Tunja, fue presidente de los Estados Unidos de Colombia del 22 al 24 de diciembre de 1877. Don Clímaco Calderón, nacido en Santa Rosa de Viterbo, tuvo la suerte de gobernar entre el 21 y el 22 de diciembre de 1882.

Rafael Reyes, también nacido en el amable municipio de Santa Rosa de Viterbo, fue presidente durante cinco años, entre 1904 y 1909. Fue el presidente que recibió el país después de que su antecesor y copartidario, el conservador bogotano José Manuel Marroquín, hubiera entregado a Panamá. El gobierno de Reyes, considerado autoritario, dictatorial y represivo por el cierre del Congreso, prolongó su mandato de cuatro a diez años, pero se vio obligado a dimitir el 13 de marzo de 1909 por la enorme presión popular.

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Otros nombres de la historia son el del general Santos Acosta, que gobernó durante diez meses, entre el 30 de mayo de 1867 y el 30 de marzo de 1868. Gracias a él se fundó la Universidad Nacional bajo su corto mandato. Sergio Camargo, el Presidente de la Paz nacido en Iza, estuvo en el cargo durante tres meses, del 19 de mayo al 13 de agosto de 1877, un abogado de ideas liberales progresistas. Enrique Olaya Herrera, también liberal, nacido en Guateque, fue presidente de 1930 a 1934, tras la larga época hegemónica de los conservadores, promotor de la industria nacional y del mercado nacional. Gustavo Rojas Pinilla, el último presidente de Boyacá, gobernó como dictador del 13 de junio de 1953 al 10 de mayo de 1957.

Ahora Boyacá vuelve a estar en la palestra nacional porque una destacada dama y dos notables caballeros del partido Alianza Verde han decidido postularse como precandidatos a la presidencia de Colombia.

Nacida en Paz de Río, Sandra Ortiz Nova es senadora desde 2018, fue representante a la Cámara por Boyacá entre 2014 y 2018 y vicepresidenta de esta corporación. Según el sitio web Congreso Visible, es autora de 124 proyectos de ley. Estos proyectos de ley, de los que el sitio web destaca uno sobre la protección de la panela, un segundo sobre la protección de los niños y adolescentes en condiciones de desplazamiento, y un tercero sobre la reforma de la Ley 1257 de protección de la mujer, fueron presentados en marzo y abril de 2021 y no han sido modificados. En otras palabras: durante su legislatura no pasó nada y, menos aún, con su expresión de una banalidad supina y hueca.   

Los otros señores que buscan la inclusión son los exgobernadores Carlos Andrés Amaya Rodríguez, quien nació en Socha, estudió en la UPTC de Sogamoso, fue representante a la Cámara y luego gobernador de Boyacá. Por su inefable forma de gobernar el departamento con un impudoroso populismo, fruto de un arribismo ramplón como el convertir en hotel de paso la casa fiscal del gobernador; casarse con gran boato –ahí sí, sin ruana— y derroche frente a más de cuatro mil personas, como cualquier dictadorzuelo centroamericano; realizar una compra de tractores para los municipios como muestra de su errada política de “modernización” agraria. Con el agravante de que le dejó a Sogamoso un alcalde encargado –su socio— que en solo tres meses dilapidó cerca de 17 mil millones de pesos y hoy es el exfuncionario más investigado por presunta corrupción.         

Y Jorge Eduardo Londoño, también exgobernador, quien, a diferencia del anterior precandidato tiene más experiencia y más conocimientos, como lo demuestran los diplomas obtenidos en universidades europeas.

A esta avalancha de candidatos se suma la precandidatura de Eduard Rodríguez, militante de Centro Democrático, oriundo de Aquitania y representante a la Cámara por Bogotá. Expresa muchas opiniones, pero sus argumentos y declaraciones son realmente patéticos, desenfocados y de mal gusto. En sus declaraciones, parece que alguien le sopla sus respuestas, porque están hechas a la medida de su partido: con frases fuera de lugar y una deplorable pobreza de argumentos.

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Muchos comentaristas creen que estos candidatos -con la excepción de Londoño- apuntan a una verdadera crisis de liderazgo en el departamento (y en el país). Con el auge del uribismo a principios de este siglo, los partidos políticos fueron bombardeados por la extrema derecha, que utilizó la represión, el espionaje y el totalitarismo para tratar de obstruir y silenciar la disidencia.

Los dos fenómenos que subyacen a este abanico de aspiraciones podrían verse como una consecuencia de los últimos presidentes, –excluyendo en cierta medida al “traidor” del uribismo de Santos— por sus prácticas totalitarias, turbias y tenebrosas. Del mismo modo, se puede argumentar que cualquiera con el empobrecimiento intelectual de Pastrana, Uribe y Duque cree que tiene posibilidades de aspirar a este cargo.

Estos aspirantes solo necesitan para gobernar una fuerza pública mimada junto las calidades ya aprendidas y practicadas: buenas dosis de dictadura, su natural obsecuencia con los poderosos y ricachones y lo que les es común con los de siempre: gobernar con y para sus amigos.    

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