OpinionPor: Manuel Álvaro Ramírez R.

Acción y reacción

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Acción y reacción

Desde hacía años no se presentaba una situación tan evidente, ni tan preocupante, como la que actualmente se está viendo alrededor del mundo. Marx, Lenin y Trotsky entre muchos otros habían avizorado los peligros de llegar a gobernar sin remover los cimientos del poder.

Es obvio que Petro no hizo la revolución ni el pueblo colombiano tampoco, porque una que merezca llamarse tal, llega a destruir el Estado y construir sobre sus cenizas las bases de uno nuevo dirigido por la clase social que la hace. Pero no, aquí en Colombia lo que se hizo fue un cambio en el poder ejecutivo y parte del legislativo, pero no se contó con un ejército que impusiera por la fuerza, si fuera necesario, la voluntad de las masas insurgentes. Tal como sucedió en Cuba y que ayuda a explicar el fracaso de Venezuela. Detengámonos un poco en esto.

En Cuba, en la noche de año nuevo de 1959 el pueblo festejaba dos cosas: La llegada del nuevo año y la caída del dictador Fulgencio Batista quien, junto con sus predecesores, había convertido a esa isla, en un burdel a cien millas de sus principales usuarios que eran los norteamericanos. Se llegó a gobernar y como lo primero que hace la extrema derecha cuando pierde el poder es buscar boicotearlo por todos los medios a su alcance, el gobierno respondió con una medida impopular pero efectivísima: El paredón, una institución que consistió en que, si alguien intentaba sabotear el proceso, se le hacía un juicio sumario, se le condenaba a muerte y se le fusilaba en ese sitio llamado paredón. Desde luego, la propaganda negra hablaba de los horrores que cometían los comunistas asesinando indefensos adalides de la democracia entendiendo por tales, los MiguelUribes y MaríaFernandaCabales de entonces. El medio resultó efectivísimo repito, la revolución se pudo defender y vino entonces la ofensiva del bloqueo, pero eso, amerita otro escrito.

En Venezuela, a la revolución chavista le faltó la base. A un pueblo no se le puede hacer la revolución si éste no está comprometido y dispuesto a defenderla y aquí, vale traer a colación un adagio que se lo escuché a uno de los Tupamaros que llegaron a Colombia por los años setenta: “Pueblo sin armas y armas sin pueblo no dan victoria”. En Venezuela se contó con las armas, pero le faltó, insisto, pueblo. Por eso pasó lo que pasó y el resultado fue tan distinto, así nos lo traten de encostalar todo en un mismo paquete como si Cuba, Nicaragua y Venezuela fueran casos idénticos.

Ahora sí veamos por qué este contexto era pertinente. Desde hace pocas décadas en América Latina se viene expandiendo con fuerza una ola de gobiernos de izquierda que llegaron al poder sin necesidad de acudir a las armas, pese a que contra ellos éstas si se han utilizado como en el caso colombiano por parte de grupos paramilitares, pero eso no ha sido sólo aquí, se dio lo mismo en El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Argentina entre otros.

Pero lo que no se había presentado en forma tan clara era la respuesta usando masas de fanáticos engañados o medios de comunicación sin periodismo, que buscan tumbar gobiernos legítimos, con el argumento de que la izquierda destruye la economía, es un peligro para las empresas y pondrá a la sociedad en la órbita del comunismo. Con esas mentiras derrotaron el cambio de la constitución en Chile, sacaron a Pedro Castillo en Perú, trataron de hacer lo mismo con Luiz Inacio Lula Da Silva en Brasil y en Colombia los medios, que practican un periodismo no informativo, sino creador de noticias tendenciosas ha buscado desestabilizar al gobierno de Petro, hasta ahora infructuosamente, pero en su desesperación se ha optado por el atentado terrorista contra los mandatarios, hasta ahora y por fortuna sin suerte.

Nunca creímos que fuera fácil, pero hay que estar vigilantes porque, aunque Petro haya sido cauteloso y haya podido conjurar a las fuerzas oscuras, que no lo son ya tanto, la ferocidad y el odio de una derecha huérfana de poder no puede ni debe descuidarse.

*Magister en Economía

Universidad de los Andes

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por: Boyacá Visible

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