La eterna patria boba
Por: Rafael Antonio Mejía Afanador
Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia.
Creo, sin sentirme historiador ni nada parecido, que nuestra independencia nació con un pequeño defectico que le hizo desde el comienzo, un enorme daño: la mezquindad. Desde su parto, las continuas garroteras entre los hinchas de Antonio Nariño y el club de fans de Camilo Torres, dejaron centenares de muertos y lisiados que, normalmente, –y hasta el sol de hoy– pertenecían a las humildes barras bravas.
En lo que sí se aproximaban era en que pasara lo que pasara, el cuento de la independencia era sólo para ellos: para la gente decente –hoy “gente de bien”— dejando por fuera del festín al pueblo raso, constituido por quienes les proveían de comidita, les hacían el trabajo duro y les servían de manera fiel; los excluían miserablemente con un argumento que se mantiene hasta hoy: no tenían educación, ni palancas, agregaría yo. Y para que la vaina se viera bien, la educación era sólo para la gente decente, que, además debía acreditar pureza de sangre ante la más mínima sospecha o más leve rumor. Y eso que en ese tiempo no existían redes sociales. Desde ahí comenzaron a fabricar un modelo de estado que hicieran ver legales las triquiñuelas, atajos y todas las formas de lucha para conservar el negocito en familia.
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Lo que en realidad querían nuestros libertarios criollos, en especial los seguidores de Torres, era ser españoles, ser tratados en igualdad de condiciones que los peninsulares y, sobre todo: que los dejaran manejar los negociados y el aparato productivo de nuestra recién nacida república. Ese fue y ha sido el interés real de nuestros ilustrísimos gobernantes. Business are business.
Lo paradójico del asunto es que Morillo, en la reconquista, nos agarró en plena pelotera y a todos, centralistas y federalistas, celebridades y seguidores, los pasó por las armas sin distingos de blasones ni apellidos ni nada. Vainas de la igualdad.
Para acercarnos un poco más al tiempo actual, el experimento del Frente Nacional fue concebido, diseñado y ejecutado para dejar por fuera a la “chusma” y que gobernara únicamente la gente de bien. Es decir, la marrana bien repartidita, miti-miti. Pero los cálculos casi se les salen de las manos el 19 de abril de 1970 cuando el general Rojas Pinilla fue descaradamente despojado del triunfo a través de un vulgar fraude concebido por Carlos Lleras Restrepo y el Tigrillo Noriega, con la complicidad de un señor Ricardo Jordán Jiménez quien fungía como registrador de Nariño que además adelantó la investigación del asesinato de Gaitán porque Roa Sierra “era un loco que había actuado por cuenta propia”, qué coincidencias, ¿no? La jugadita benefició a Misael Pastrana, cuyo gobierno nos dejó de herencia miles de endeudados con el UPAC y a su hijo Andresito.
Como “mi Dios no castiga ni con palo ni con rejo”, dicen los viejos, una consecuencia de esa monumental trampa tiene en la presidencia a personas que bajo los altísimos estándares de la derecha no calificarían como gente de bien. Así es la vida.
En nuestro país ha hecho carrera el cuentico colonial de que los de arriba tienen que permanecer arriba por orden celestial cueste lo que cueste, y que a ellos toca pedirles permiso para intentar un cambio en el statu quo. Se resisten, al estilo Trump, a creer que los demás no son ineptos, hampones y brutos. Como los fariseos: “Dios, te doy gracias porque no me hiciste como a los demás hombres”.
Toda esta fábula viene reforzada inclementemente por unos medios de comunicación que deliberadamente esconden noticias, minimizan hechos y exaltan otros según las órdenes de sus dueños.
Por eso vemos marchas con desempleados o empleados informales protestando (al lado de los que ganan 34 millones mensuales) porque les van a dar trabajo o los van a formalizar; ancianos que milagrosamente se levantan de las sillas de ruedas en la fila de una EPS, protestando porque van a cambiarles la situación o pobres marchando porque a los ricos de pronto les suben los impuestos y que nos vamos a volver como Venezuela. Si eso no es estar en plena patria boba, ¿qué lo es?
Aquí va unas pocas pruebas de que seguimos insistiendo en permanecer en la patria boba:
A los próceres de la derecha no les sirve que 180 renombrados economistas de todo el mundo avalen las reformas económicas del gobierno y que éste sea felicitado por el FMI por el crecimiento económico dinámico y su rumbo hacia un crecimiento sostenible. A cambio sus altezas se quedaron añorando el dólar a 7.000, situación que nos afectaría a todos, como a los criollos de 1810: ¡Que nos hundamos todos!
Los bienes incautados al narcotráfico van a ser para los campesinos, pero no les sirve. La pobreza multidimensional bajó de 16% a 12,9%, no les sirve. La inflación comenzó a ceder y gracias a acuerdos con cadenas de supermercados como ARA, Éxito y Olímpica unos 400 productos básicos comenzaron a bajar de precio, no les sirve; los productores de carne acordaron bajar los precios en un 15%, tampoco les sirve. El turismo creció en un 14% y los cruceros que llegan a Cartagena se incrementaron en ¡346%! y menos les sirvió. Comenzó el programa Cambia mi casa para mejorar 400.000 hogares vulnerables de indígenas y campesinos, pero creen que son mejores las de Providencia. Se priorizará la agricultura y la reforma agraria, ya se han comprado 12.000 hectáreas para este plan, pero tampoco lo ven con buenos ojos. Se titularán tierras a campesinos que las poseían sin formalizar, tampoco sirve. El Banco Agrario ya prestó 3 billones de pesos a 200 mil familias campesinas y pequeños productores, tampoco les sirve. Ya hay 40 convenios en Boyacá para arreglar vías terciarias con el apoyo de las Juntas de acción comunal, no sirve. Se llevará conectividad a las zonas rurales, ya saben a quiénes sí les sirvió esa platica. Se iniciaron importantes exportaciones de flores a Corea del sur y mango dulce a EEUU, pero para quienes no les sirve, lo único pulpito es el polvo blanco. Chevron Colombia anuncia inversiones en San Andrés y Cartagena por 6 millones de dólares y tampoco están contentos. Oxxo abrió 35 nuevas tiendas sólo este año, qué dirá el señor de los cueros chinos. Igualmente, Ashley Furniture invertirá 10 millones de dólares y generará 300 empleos directos, pero les parece muy poco. La OIT apoyó en una carta la reforma laboral que a ellos no les sirvió y la hundieron asquerosamente. Se logró matrícula cero en las universidades públicas, nuevas sedes en municipios rurales, Sena étnico en Risaralda y condonación hasta del 100% de intereses en el Icetex, y los nuevos créditos serán con cero intereses, pero, nuevamente, tampoco les sirve.
Y la lista sigue, pero igualmente no les va a servir. Lo único que les va a servir es que les sigan dejando el erario para que sus hijos y los hijos de sus hijos lo disfruten y vivan felices para siempre.
Donde Pablo Morillo llegara a resucitar, muy seguramente lo hubieran llevado en andas junto al Gran colombiano en la marcha del pasado 20 de junio, en agradecimiento por no dejarnos volver como Venezuela, la patria del traidor ese del Bolívar… nosotros tan españoles como el mismo Morillo.
A todas éstas: Estamos hasta la coronilla de violencia, nos ofrecen una oportunidad de paz ¡y votamos NO! Más patria boba pa’ dónde.