Las imprecisiones económicas del presidente de la ANDI

Por Alberto Parra Soto (*)

Recientemente, en Cartagena de Indias, Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, entidad que agremia a los grandes industriales de Colombia desde 1944, manifestó –entre los muchos pronunciamientos y que algunos medios de prensa calificaron de impresionantes— que el país tiene un crecimiento pobre del 3%, el cual constituye diez veces más al nivel alcanzado del 0,3 % en el segundo trimestre de 2023 del Producto Interno Bruto, PIB, el país tardaría 65 años para alcanzar niveles semejantes al actual crecimiento de Singapur.

Predicciones o estimaciones estadística arregladas mañosamente, para pretender demostrar un futuro económico oscuro y hasta catastrófico del país. Estimación que, según Mac Master, supone haberse desestimado de tal manera que, si la economía colombiana creciera en cifras del 6% o del 8% anual, nos demoraríamos unos 33 años en el primer caso o de 25 en el segundo para conseguir un nivel como del país referenciado.      

Pareciera que el director de la ANDI confundiera crecimiento con desarrollo; conceptos que no son la misma cosa. El crecimiento de la riqueza material de un país no implica necesariamente un mejoramiento de las condiciones humanas, por lo que lo más importante para una economía es su crecimiento económico y social y eso se llama desarrollo. Es decir que la nueva riqueza que se crea con el trabajo de la sociedad entera, debe beneficiar en condiciones equitativas de reparto a toda sociedad y no solamente distribuirse a unos grupos, especialmente a los más preponderantes y de mayor nivel económico.

Crecer por crecer sin una equitativa redistribución de la riqueza creada, termina estrangulando la misma economía y su capacidad de crecer. Bien sea porque la producción no puede ser adquirida y consumida por amplios sectores dado sus bajos ingresos o por altos precios de los bienes que ofrece el mercado.  

Crecimiento y desarrollo social deben ir simultáneos en sus tasas de crecimiento e inclusive, los índices de desarrollo social deben ser superiores al crecimiento económico pues, terminan siendo los objetivos y propósitos más importantes del bienestar y del desarrollo humano y no al contario, como algunos suponen, de crecer por crecer.

Ahora bien, el crecimiento y el desarrollo económico no dependen exclusivamente del sector empresarial privado sino, también, del dinamismo de la inversión pública en sectores estratégicos que generen efectos multiplicadores en el resto de la economía, que como decían hace algunos años, constituían las locomotoras que impulsaban toda la economía de un país en su conjunto.  

Es evidente tal y como lo han demostrado economistas de la talla de Mariana Mazzucato, que el papel de la inversión pública estatal en la economía es crucial para lograr un desarrollo económico y social sostenido que acorte las distancias de los países y entre los sectores sociales de una misma economía.

También le puede interesar: Compañía de Servicios Públicos de Sogamoso a cuidados intensivos

Según John M. Keynes, uno de los más grandes economistas del siglo XX, el desarrollo económico debe ser de tal manera, que la inversión del Estado genere un “factor multiplicador” expansivo en todo el resto de la economía. Es decir que, por cada peso que se invierta por parte del gobierno nacional, se puede generar un equivalente de cuatro veces más de valor total en el resto de la economía; empíricamente que de cada 100 pesos que el gobierno invierte en sectores estratégicos, se genera un efecto de crecimiento equivalente de 400 pesos en el resto de la economía nacional y ahora, cuando se habla como novedad de la denominada economía circular (toda economía es circular en términos teóricos de producción, distribución y consumo), sí que se hace verdad de que debe ser sustentable y sostenible en el mediano y largo plazo, pues debido al daño del medio ambiente y del agotamiento de los recursos naturales, el mismo crecimiento y el desarrollo social están en grave peligro.

Por lo que se concluye de nuestra argumentación, que lo público y lo privado no son en términos económicos antagónicos o excluyentes y que el crecimiento y el desarrollo tampoco deben serlo, sino por el contrario, sus propósitos son comunes y convergen de tal manera, que deben ser sustentables y sostenibles para que la vida humana pueda seguir su curso y su destino providencial.

*Economista     

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba