Transformación y liderazgo en la Fundación Universitaria del Área Andina
Por: María Fernanda Saavedra Mejía
En un contexto donde los intereses sociales parecen dispersos, la Fundación Universitaria del Área Andina y su Facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes, bajo el liderazgo de Eduardo Sánchez Navarro, demuestran que es posible inspirar y motivar a las nuevas generaciones para abrazar la educación como un vehículo de transformación real.
Siempre será un honor escribir sobre educación, de ella emerge toda la transformación social. Esto puede recordarnos a Paulo Freire, el educador y filósofo brasileño, un referente educador. Considerado uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, que concebía la educación como una praxis: una reflexión y acción sobre el mundo para transformarlo. Así como él abordó esa transformación como un acto de amor y una práctica de la libertad, siempre aferrada a la realidad, esta entrevista me transportó a ese viaje educador.
Hablar en estos tiempos de referentes educativos y de inspirar a los jóvenes a desarrollar una profesión que transforme realidades puede resultar complicado, ya que los intereses sociales han cambiado. Sin embargo, encontrarse en una de las instituciones de educación superior más jóvenes de Colombia, con una alta demanda de estudiantes, nos hace creer nuevamente en ese mundo transformador. Ubiquémonos en la Fundación Universitaria del Área Andina, y, más específicamente, en su Facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes, representada por el decano Eduardo Sánchez Navarro.
Eduardo Sánchez Navarro es Comunicador Social de la Universidad Santo Tomás, especialista en Docencia Universitaria de la Universidad Francisco de Paula Santander, Magíster en Relaciones Públicas Internacionales de la Universidad Camilo José Cela de España, y MBA en Dirección y Administración de Empresas en Bureau Veritas de España.
Podemos hablar de toda una experiencia profesional; sin embargo, antes de referirse a sus estudios, Eduardo se presenta incluso en sus redes profesionales como un hombre feliz. A propósito, la «felicidad», es una cátedra que también imparte en la universidad, es algo que se refleja notablemente en sus expresiones. Al preguntarle quién es, se describe como un apasionado de la comunicación. Lleva cinco años en la decanatura, y actualmente se encuentra inmerso en la experiencia académica, sabe que para un comunicador el contacto con la gente y el trabajo con las comunidades es fundamental. “Es algo que me conecta mucho y me sirve como ejercicio para tener reposo, equilibrio y, sobre todo, para mantener los pies sobre la tierra al conectar a través de las realidades de otras personas”.
Es de Ocaña, Santander. «Por mi acento me dicen costeño, y a pesar que hace mucho tiempo me fui, el acento nunca se va», afirma Eduardo, a quien las raíces de su abuelo Víctor, un admirado referente en Santander, le sembraron un profundo sentido social a través de la poesía, el arte y la escritura. De ahí que, se considere un hombre «histriónico».
-Escribía muchísimo, escuchaba mucha música, intentaba entender de dónde venía cada letra o composición. Eso me fue seduciendo, al igual que la televisión. Recuerdo que, para una Navidad, teníamos en casa una Sony Handycam. Yo era el que grababa todo con esa cámara. En esa época, soñaba con estudiar cine y televisión, pero en mi familia hay cinco comunicadores, y dije vamos apostarle. Cuando estudié comunicación, me di cuenta que era un mundo completamente diferente. Aunque la esencia de la comunicación, seducido por los medios, siempre estuvo presente, terminé atrapado por la parte corporativa, organizacional, y ahora la educación, imagínate. – Pensando en esa respuesta, entendía por qué se refería a la versatilidad de la comunicación: el profesional se puede desarrollar en cualquier sector. –
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La academia llegó a su vida de manera inesperada. A los 25 años, comenzó a desempeñarse como catedrático en un programa de comunicación.
“Daba clases en la noche a periodistas mayores que yo; siempre interioricé y sentí una gran responsabilidad al ser docente», comenta. A pesar de su entusiasmo por hablar de la academia, destaca que lleva 17 años en la docencia. Su trayectoria incluye ser profesor, coordinador de programa, y director de relaciones internacionales. Además, ha tenido la oportunidad de asesorar las comunicaciones del Ministerio de las TIC, donde lideró proyectos como «Cine para Todos» y «Convertic». Sin embargo, la educación siempre lo llamó como un camino hacia la reconversión social.
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Ingresar a las instalaciones de Área Andina me transportó al recuerdo perdurable de la juventud, evocando los sueños en pasillos de lectura y crítica, donde los signos y dibujos en cuadernos demostraban que los límites son inexistentes. Recordé mi admiración por algunos estudiantes de esta institución, y no era sorpresa, ya que el enfoque de Área Andina se percibe a través del trato humanizado del mismo decano. El mundo ha evolucionado, y Área Andina también lo hace a través de sus programas, reconociendo la transformación social.
“Cumplimos 40 años como institución de educación superior, y hemos liderado un proceso de transformación de la educación con calidad y pertinencia. Nos declaramos como una institución de acceso”, añade Eduardo.
Durante once años, incluso antes de la pandemia por COVID-19, Área Andina ya se movía en la virtualidad, una modalidad estigmatizada por el tema del contacto personal y su verdadera funcionalidad. Hoy, en un contexto donde se comenta de “ciudades de 15 minutos”, la virtualidad ya la implementa el estado, las empresas, multinacionales e instituciones de educación superior.
“Durante 11 años hemos trabajado en la oferta académica a través de la virtualidad. Sabíamos que esta modalidad estaba estigmatizada; la gente la asociaba con algo de segunda categoría, sin darle el valor ni el nivel que merece. Entendemos por qué: había mucho desconocimiento al respecto.”
Con 40.000 estudiantes en pregrado y posgrado a nivel nacional, tanto en modalidad presencial como virtual, el reconocimiento de Área Andina se traduce en credibilidad. Dio un paso adelante respecto a otras Instituciones nacionales, demostrando que una pandemia puede transformarse en una oportunidad en lugar de un desafío. “Apoyamos a muchas instituciones a través de lo que llamamos un ‘plan padrino’. Acompañamos a universidades reconocidas para que lograran hacer el tránsito a la virtualidad, y la verdad, fue algo exitoso”, explica Eduardo.
En esta nueva era tecnológica, el acceso a la educación para todos se ha convertido en un elemento esencial para mejorar la calidad de vida. La flexibilidad que ofrece la educación virtual aborda aspectos cruciales como el manejo del tiempo, las ocupaciones, el trabajo y los desafíos financieros. Según Navarro, “a través de la virtualidad, el estudiante es el responsable de llevar con éxito todo un proceso de formación”.
–Llevamos todo un ecosistema virtual y tecnológico para que el estudiante navegue de la mejor manera, con nuestros docentes atentos a todas las actividades evaluativas, eventos y actividades académicas. Un precepto común es que la educación virtual impide disfrutar de la vida universitaria, ya que se realiza a través del computador. En Área Andina, hemos creado un entorno que recuerda a un videojuego, donde los estudiantes pueden moverse y relacionarse con diversos actores, haciendo su tránsito de acuerdo a sus intereses.-
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Como en cualquier facultad de diseño, comunicación y bellas artes, los jóvenes buscan una institución que comprenda su revolución comunicacional, artística y visual. Algunos académicos incluso intentan retroceder el tiempo. “Es justo lidiar con las tendencias”, señala Eduardo. Sin embargo, el compromiso de los estudiantes del Área Andina se refleja en el “feedback” que proporcionan. “Nuestros estudiantes son el termómetro para saber si los programas tienen impacto. Contamos con un plan de mejoramiento continuo que actualiza el currículo de manera permanente”.
Adaptar el modelo de educación a los gustos y necesidades de los estudiantes es una de las tantas labores para este comunicador. “No se debe perder de vista el compromiso de las universidades de priorizar y reconocer las necesidades de consumo y aprendizaje de los estudiantes en un mundo en constante cambio y con necesidades. El reto para un docente es grande”, afirma Eduardo.
Hablar de una cátedra de felicidad es fascinante, y es difícil no sonreír al escuchar sus experiencias. “Puedo tener un grupo de 15 estudiantes, y cada uno es un mundo distinto. Imagínate, hablar de problemas y oferta académica es un reto enorme.”
Algo que caracteriza a la institución, según Navarro, es su capacidad para provocar conversaciones, a veces incómodas, pero con resultados que él describe como “increíbles”. “Personalmente, en la facultad de diseño, tratamos de crear estos escenarios y reflexiones dentro de nuestras posibilidades. No tengo tiempo para descansar; si me tomo un mes de pausa, el tiempo en que estoy ausente me toma ventaja y, cuando regreso, es como una bofetada. Esa es la esencia de la educación. Amo esto y comprendo todas las aristas que implica trabajar en educación.”
Cuando un estudiante decide matricularse en Área Andina, lo hace con expectativas que se cumplen, como lo demuestra la baja tasa de deserción. “De cada 10 estudiantes que se matriculan con nosotros, solo uno se va”. Al final, lo que el estudiante encuentra es exactamente lo que esperaba. Ellos se convierten en voceros de la marca”.
El término «voceros» me recuerda a la importancia de una comunicación bien planificada. Estos voceros cuentan con servicios permanentes en bienestar académico, incluyendo el apoyo en salud mental, un tema relevante dado el aumento de problemas de salud en las instituciones educativas. Área Andina dispone de una oficina de apoyo psicológico, descrita por Navarro como “robusta”. “Te puedo decir con toda confianza que cada vez hay más casos de estudiantes con trastornos de ansiedad y depresión, producto de la dinámica social. Nosotros identificamos comportamientos o patrones repetitivos y los reportamos a orientación y permanencia, donde un equipo de profesionales psicólogos ofrece apoyo”.
Estos psicólogos, aunque están en formación y especializados en el ámbito académico, no están facultados para realizar diagnósticos clínicos, los cual le corresponden a las EPS. “Los estudiantes a veces manifiestan tener ciertos diagnósticos de manera abierta. Lo realmente importante es que sepamos sobre estas condiciones para activar los protocolos adecuados y estar más atentos. Hay chicos que tienen Asperger, autismo, bipolaridad e incluso ansiedad”.
El contacto permanente con los estudiantes no es lo único que distingue a esta institución de vanguardia. A pesar de enfrentar ciertos desafíos para mantenerse innovadora y disruptiva, reconocen la necesidad de satisfacer a cerca de 1.400 estudiantes en diversas áreas del conocimiento de esa facultad. Además, la institución participa en una estrategia denominada “Territorio Área Andina”, clave para “posicionar la imagen” de la institución a nivel nacional. En el caso de Boyacá, antes de hacer este reportaje, Eduardo visitó nuestro medio y destacó el trabajo de Boyacá visible. Además, se mostró encantado con lo que ha conocido en los últimos encuentros y destacó que la región ha respondido positivamente a la oferta académica de la institución.
Se están manejando proyectos de vida y, como él mismo dice, “frente a todo pronóstico, apoyamos esa idea”. No deja de sorprendernos su pasión por la institución universitaria.“Ha sido un trabajo maravilloso, y saber qué Área Andina ocupa el cuarto lugar entre las instituciones de educación superior más grandes del país, siendo tan joven, es un motivo de orgullo para mí”.
“La gente se pregunta por qué hemos crecido tanto. La respuesta es que tenemos una acreditación de alta calidad que reconoce nuestra gestión con los estudiantes. Muchas instituciones tienen acreditaciones, pero tenerlas nosotros ya es un plus”, agrega.
La Facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes ya cuenta con tres programas acreditados: Diseño de Modas, Animación y Postproducción Audiovisual, y Comunicación Digital. “Ofrecemos programas de calidad a precios asequibles”, concluye Eduardo.
12 programas de pregrado en sus sedes nacionales, de los cuales 9 son de pregrado y 3 de tecnología, con tres programas acreditados en alta calidad. Además, están trabajando para lanzar, en 2024, su primer programa de posgrado en Dirección y Producción de Contenidos Audiovisuales, respaldado por registros calificados del Ministerio de Educación Nacional. La institución también es pionera en formación gastronómica y diseño de modas. Con una acreditación multicampus, donde han creado un escenario de diálogo académico permanente.
Este diálogo es continúo puesto que Área Andina cuenta a nivel nacional con 40 Centros de Servicio Universitario (CSU), distribuidos en todo el país. En Boyacá, el CSU se encuentra en el edificio Fontana Plaza, Calle 21 #11-102, Local 4. Estos centros brindan asesoría, información sobre la oferta académica e incluso espacios de consulta para estudiantes en modalidad virtual, funcionando como centros de atención inmediata.
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Sánchez cree firmemente en el relevo generacional y describe estos cinco años bajo su dirección como un desafío. Explica en términos porcentuales que la oferta académica creció en un 50%, y también logró acreditar varios programas de alta calidad. “El proceso más importante ha sido liderar la transformación multicampus, que no existía. Tener un decano de Área Andina a nivel nacional, no es fácil, pero no me complico. Tengo un trabajo sólido con la facultad y un equipo integrado y maravilloso”, exclama.
Al hablar sobre su aporte en términos emocionales, especialmente en relación con su cátedra de la felicidad, lo demuestran en un firme creyente en el valor del clima organizacional, el reconocimiento, el respeto, la inclusión y diversidad. “Soy una persona humana, reconozco mis errores, pero me pongo en los zapatos de todos. Ser alegre y extrovertido no me resta rigor ni seriedad”. Parece que esta actitud frente a la vida le ha valido el reconocimiento dentro de la institución.“A veces se burlan de mí porque estamos en todas las organizaciones como Asobares y Cotelco. Con el programa de gastronomía y diseño de modas, estamos constantemente en lanzamientos y eventos. Esto es algo que disfruto enormemente; me relaciono con todo el mundo. Hoy por la mañana, por ejemplo, tuvimos una visita del Centennial College de Canadá.”
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Eduardo valora profundamente la humanidad y el carácter de las personas, destacando que, aunque lo técnico se puede aprender, las conductas y actitudes son más difíciles de cambiar. Para él, conocer las historias de los estudiantes es gratificante. Recuerda a una estudiante invidente de Comunicación Social, cuyo rendimiento excepcional y deseo de superar obstáculos le impresionan. También menciona a un estudiante indígena de Valledupar que, a pesar de estar en tercer semestre, ya demuestra liderazgo y un enfoque en transformar su comunidad.
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En la Facultad existe un programa de diseño estratégico como parte de esta evolución de la educación. Es simple: este programa, con una visión estética, sostiene que “todo comunica”. Me aseguró: “En la facultad, en un principio, hablamos de la visión estética y artística; por eso nuestros estudiantes dibujan, son caricaturistas e interpretan el color con profundidad. Pero apostamos por la maestría en diseño estratégico, algo que va mucho más allá”. Este programa está dirigido a gerentes y líderes de organizaciones, con el fin de motivarlos en la toma de decisiones, basándose en la didáctica creativa. “Se traduce en cómo estructurar planes de trabajo. Puedes ser una ingeniera o administradora muy brillante, pero instrumentalizar ciertos elementos puede ser complicado si no se conoce la estrategia ni la didáctica, lo que yo llamaría liderazgo colectivo en la toma de decisiones”.
Y hablando de colectivo, la entrevista se dio para que una de las practicantes expresara su incredulidad por algunos medios e información que circula. Eduardo le respondió: “La democratización de los medios, que antes era un asunto exclusivo, ahora permite que cualquiera tenga acceso al contenido.” En ese momento, se puede evocar al sociólogo Marshall McLuhan, quien hablaba de la “aldea global” y de las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata.
“¿Qué tipo de opinión queremos generar nosotros? Estamos tan bombardeados por la ‘infoxicación’”, comenta Eduardo. “Hay un artículo muy interesante en Semana que escribí para hablar de este fenómeno, donde te asedian con información y esta generación no puede filtrar qué es verdad, qué es falso, y a quiénes seguir. No tienen la estructura necesaria para comprender la realidad en la que viven.”
Nos referimos a los algoritmos como el de Facebook, y le sorprende cómo estos parecen “escucharnos”. También le inquieta el contenido con carga sexual, violencia o maltrato que no está regulado en algunas redes sociales. “Aquí hay una exposición agresiva sobre temas que considero que mis sobrinos, de 8 y 7 años, encuentran en Facebook. Tienen fácil acceso a esos contenidos. Cada vez hay menos control y más apertura al contenido basura. Esto es un llamado para los padres: los dispositivos pueden ser amigos, pero también enemigos.”
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Entre los líderes de opinión que él sigue, destaca a María Jimena Duzán, a quien admira profundamente. «Es una gran amiga de nosotros. Compartimos un conversatorio en Valledupar, en un programa de comunicación. Ella me ha enseñado la templanza en la voz y la importancia de decir las cosas que, aunque la gente no quiera escuchar, deben decirse. Me enseñó incluso para este cargo. Me decía: ‘Eduardo, no siempre tomarás decisiones populares, y por eso te castigarán, pero no pierdas tu norte. Haz lo que te corresponde hacer, porque no puedes quedar bien con todos.'»
*** Finalizando este reportaje, me quedó claro que la Fundación Universitaria del Área Andina y su Facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes, bajo el liderazgo de Eduardo Sánchez Navarro, demuestran que es posible inspirar y motivar a las nuevas generaciones para que abracen la educación como un vehículo de transformación real y significativa