BIENVENIDOS AL CIRCO

Por: Manuel Álvaro Ramírez R. Magíster en Economía
Pocas veces Colombia ha visto un espectáculo tan lamentable como el juicio que se le sigue al expresidente Álvaro Uribe Vélez por soborno a testigos y fraude procesal. Y el magnetismo es doble porque por lo general la gente goza al ver el sufrimiento ajeno especialmente si quien lo sufre es un poderoso, pero además porque el imputado es un hombre que genera simpatías y, sobre todo, odios.
Ver a los poderosos caídos en desgracia es un paliativo que tienen las personas menos favorecidas con la riqueza, tan afines a las telenovelas turcas y a La Rosa de Guadalupe. Pero hay un sector bastante amplio, tradicionalmente escéptico, que desconfía del sistema judicial, sencillamente porque lo asocia como un engranaje adicional al aparato del poder, sin contar los miles de personas que se identifican a sí mismas como víctimas del procesado, como, por ejemplo, los amigos y familiares de los crímenes de Estado agrupados en el eufemismo castrense conocido como falsos positivos.
En el caso colombiano, parte del circo que se le da a la gente está representado en crímenes escandalosos como el del peluquero de la farándula Mauricio Leal asesinado junto con su madre, presuntamente por su hermano Jhonier o el infanticidio de Yuliana Samboni a manos de un violador llamado Rafael Uribe Noguera, otro representante de la gente de bien. Pero no, esta vez el sainete va por cuenta de uno de los hombres más poderosos de Colombia si entendemos por tales a personas a sujetos capaces de hacer reformar la Constitución para atornillarse al puesto de presidente, desde donde ordenaba resultados tangibles como indicadores de que la guerra contra la guerrilla se iba ganando.
Pero no se crea que esto pasa solamente aquí. Por allá por el año 1995 estaba en pleno apogeo un caso en Estados Unidos conocido como O.J. Simpson, una estrella del baloncesto y la farándula, noticia que era seguida mañana, tarde y noche por los principales noticieros norteamericanos, hasta que fue declarado inocente, porque la defensa se pegó del prejuicio racista, pues el acusado era afroamericano. Empero, “En septiembre de 2007, Simpson fue arrestado en Las Vegas, Nevada, y acusado de numerosos delitos, entre ellos robo a mano armada, coacción y secuestro. En octubre de 2008, fue declarado culpable y condenado a treinta y tres años de prisión” (Wikipedia).
Todos estos hechos han configurado un fenómeno conocido como la justicia espectáculo y a falta de recursos para transmitir los juicios que a diario se le siguen a los poderosos, se sustituyen por otros que involucran a la gente del común y configuran un remedo de justicia taxativa en juicios exprés, encarnados en la doctora Polo, Laura en América o caso cerrado.
Hay en medio de toda esta maraña algunas lecciones que podemos aprender de la forma como funciona el poder en Colombia, que no es muy diferente a como lo hace en otras partes del mundo. La primera lección, es que se está tratando de transmitir el mensaje de que no hay personas, por poderosas que sean, que estén por encima de la ley. No obstante, tomando otro caso de otra función del mismo circo, la que se siguió contra el hermano del expresidente ahora imputado, quedó el amargo sabor de que sí hay quienes están por encima no sólo de la ley sino de la sociedad entera.
Asimismo, estamos tan acostumbrados a los juicios gringos, donde unos abogados se enfrentan en un estrado para convencer a un jurado de conciencia de la culpabilidad o inocencia de un sindicado, que las peroratas de la defensa y el sonsonete aburrido de la fiscalía nos recuerda que estamos viendo pintada de cuerpo entero el sistema de justicia doméstico caracterizado por un tipo que no ha podido hacerse a la idea de que los consejos comunitarios donde él hacía y deshacía quedaron en el pasado.
Muchas otras cosas han salido a relucir en este juicio, aparte de la manipulación de testigos y el fraude procesal, hemos sabido que en la finca de los Uribe tenían cocinas que es como el testigo estrella llama los laboratorios para el procesamiento de cocaína. Pero también que en la hacienda del patrón se conformaron grupos paramilitares y que se coordinaban acciones entre los delincuentes y la fuerza pública. Nada nuevo, salvo porque es quizás la primera vez que es transmitido en directo por diversos medios, incluyendo el canal oficial de comunicaciones del Gobierno Nacional. Ahora la defensa tratará no de desvirtuar lo que el testigo ha dicho sobre el expresidente sino de mostrarlo como un delincuente de la peor calaña a quien no se le debe creer, porque es el malo frente a Uribe ‘El Bueno’.
Aún si encontrara inocente al sindicado, la justicia colombiana tiene una enorme deuda con la sociedad, porque este es un pecado venial frente a la avalancha de acusaciones que pesan sobre él, pero al ritmo que vamos va a ser muy difícil cobrarle cuentas. ‘El tipo es dios’ dijo alguien que en otras ocasiones lo llamaba ‘El Caparrudo’.