Opinion

RELACIONES PELIGROSAS

Por: Rafael Mejía

El primer recuerdo que tengo de Soatá es el de un paseo con mi padre cuando él era auditor de la Contraloría. Llegamos a descansar unos pocos días en la casa de los Acero, que había vivido en Paz de Río algunos años atrás. No sé ahora, pero en ese entonces, era obligatorio, o como dirían los abogados, vinculante ir a Puente Pinzón para torear la solitaria con asado de cabrito con pepitoria y un chapuzón en el Chicamocha.

Años después comencé allá a dar mis primeros pasos como docente, nombrado por un sogamoseño, Gustavo Lanzziano, a quien hasta ese momento no conocía ni en foto. Ahí comienza mi segundo y último recuerdo de esta bonita tierra del dátil.

Con el rector Gustavo Reyes Manosalva a la cabeza y su fiel escudero, Efraín, el celador, me esperaba en todo su esplendor el Colegio Juan José Rondón, ahora con el remoquete de “I.E.” que una reforma, promovida por uno de nuestros tantos honestos próceres, le hizo poner a todos los colegios oficiales para que quedaran así, como panelitas de leche, todos cuadraditos, igualitos, peinados del mismo lado y sin identidad.

Mientras yo me dedicaba a trabajar con mis muchachos en el nocturno del Juan José, un simpático profesor llamado Andrés Medina me estaba serruchando el piso desde Tunja y fue así como un día cualquiera del mes de mayo de 1987 me corrieron la butaca y fui a dar con mis huesitos a Páez, en la provincia de Lengupá. Confieso que no había visto tanto verde en toda mi vida; tal vez por eso no me gustan el billar ni el brócoli. ¡Qué vaina tan brava de haber de ese hermoso color por esas tierras! Era verde por todos los lados, por aquí, por allá y acullá. Para completar, viajaba en los buses de Rápido Duitama que en ese entonces eran de color… sí señores, ¡verde!

Algo que me impresionó de mi trabajo docente cuando llegué a Páez es que el último grado estaba conformado por sólo cinco estudiantes. Le dije a la señora Lucrecia, rectora del Colegio José Antonio Páez que dónde me habían escondido a los otros 25. Ella me respondió con ese inefable aire ceremonioso, propio de toda señora rectora: Profesor, sin burlarse, son sólo cinco estudiantes. No entendió la ironía, pero me enseñó que a veces es mejor tener el pico más cerrado que de costumbre. De esa bonita época recuerdo tres de los cinco nombres de los chicos de ese Undécimo: Alberto López, Ovidio Martínez y Flavio Barrera, los otros dos no están en mi memoria, pero seguro deben andar en un rinconcito de mi corazón.

Para no alargarme más, como le decían a mi amigo Filiberto, toda esa época fue muy bonita tanto para docentes como para estudiantes. Para que les dé envidia de la buena, la asignación académica se distribuía de acuerdo con la categoría, si se tenía dirección de curso o no y según los proyectos que uno manejara. Es decir que había descarga académica de una o más horas según la actividad. Como eran siete horas de 45 minutos, uno podía tener hasta 12 libres, que utilizábamos para armar cualquier clase de ‘locuras’. Así nacieron semanas culturales, ferias de la ciencia, periódicos, revistas, festivales de teatro, tríadas folclóricas, festivales de canción, concursos de poesía, revistas de gimnasia, olimpíadas de inglés, de química y otras que se hacían por puro amor a la institución.

Hagamos arqueo y miremos cuánto queda hoy de eso. Nuestras queridas autoridades educativas, que en un 99.9 % NO han orientado una sola clase en su merecida vida, no tienen la capacidad cerebral de visualizar que la educación va más allá de sus escritorios y de sus proyecciones presupuestales y de planta de personal. Esto es en todo el país, no se preocupen. Pero como para concurso: ¿En los últimos 23 años ha habido alguna idea luminosa Y EXITOSA por parte de la Secretaría de educación de Sogamoso para incentivar la lectura, las matemáticas, el amor a la academia o el cultivo de valores en nuestros niños, es decir una verdadera política de Estado encaminada a formar verdaderos seres humanos, felices y competitivos? Les respondo: NO.

Toda esta cheveridad que tenía la labor docente la desapareció de un plumazo el presidente eterno, el martes 13 de agosto de 2002 con el decreto 1850 y después el mismo personaje, para la navidad, el 10 de diciembre del mismo año nos obsequió gustosamente el decreto 3020 con el cual se establecen las famosas relaciones técnicas que son las que dictaminan que por cada docente debe haber un cierto número de estudiantes, como en una buseta.

Sin entrar en minucias, ustedes pueden juzgar los resultados. ¿Tenemos hoy un mejor sistema educativo que en 2002? Es probable que se tenga más presupuesto, más tecnología y quizás mejores instalaciones educativas, pero, ¿los niños y jóvenes son más competitivos? ¿Son más felices? ¿Están hoy mejor preparados?  En caso afirmativo, ¿mejor preparados para qué? ¿Qué tan competentes son hoy los muchachos en lectura o matemáticas? Vuelvo al séptimo párrafo, ¿alguna autoridad educativa local o nacional, salvo poquísimas excepciones, alguna vez ha estado al frente de un grupo de estudiantes experimentando cómo es realmente el trabajo docente? ¿Alguno de los brillantes legisladores que promulgan estas leyes han sentido en carne propia el diario vivir del trabajo docente? ¿Nuestras autoridades educativas ya se dieron cuenta de que a nuestros centros educativos los convirtieron en un mero servicio de guardería?

En la agenda de Fecode debería estar este cuento de las relaciones técnicas, porque se ha prestado para cosillas non muy sanctas; sabios y profanos saben que el asunto es de interés puramente económico y no hay nada académico de fondo. Hay quienes de manera desconsiderada les dicen a los docentes que dizque “sobran” pero nombran docentes provisionales para reemplazar provisionales (menos mal que nadie se da cuenta de que es clientela). Por lo menos a día de hoy en algunas instituciones ya hay docentes que llevan tiempo patinando por todas las jornadas y algunos con la espada de Damocles encima, con la pesadilla de una reubicación.

Los que nunca han dictado una clase deberían saber que esto a la larga termina por afectar a los estudiantes. Si me subo a un taxi, con el taxista mal pago, el taxi cayéndose a pedazos, con jornadas extenuantes y con amenazas de perder su trabajo por falta de pasajeros, sería una soberana bobada esperar un excelente servicio. Así pasa con los médicos, los empleados bancarios, la gente que está por O.P.S. y un larguísimo etcétera. Por eso y otras cositas, esas relaciones técnicas son verdaderas relaciones peligrosas.  

PREGUNTA CHIMBA (homenaje a Coscorrón): ¿Será responsable y ético que el ex primer cuñado de la nación y yerno de alias “la madrina” Nesticor Morales, junto con un señor Sebastián Nohora, ambos de BluRadio usen los micrófonos de la emisora para azuzar a la gente a ver si les prenden candela a las instalaciones de RTVC? ¡Oh San Laureano bendito, ayúdanos!

PREGUNTA CHIMBA 2: ¿Cuándo entrará a regir el decreto 0277 de 12 de marzo 2025 mediante el cual se modifica la jornada laboral de los docentes? El artículo 4 dice “el presente decreto rige a partir de su publicación.” ¿Amanecerá y veremos? (Aclaración: la ley NO modifica la jornada escolar para los niños, seguirán recibiendo las mismas 30 horas semanales, modifica es la jornada laboral de los profes que ya no será de seis horas y media sino de seis y no recibirán las horas de compensación, así que no se asusten).

PREGUNTA CHIMBA 2 ¿La ampliación de la carretera Sogamoso –Iza Será tan imposible como nos la pintan? ¿Cómo harían con las vías 4 G? ¿Les regalarían los predios?

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