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Pretensiones y clientelas de Amaya

PRETENSIONES Y CLIENTELAS DE AMAYA

Por Jorge Armando Rodríguez Avella

Se desconoce cuáles son más primarios si quienes adulan al exgobernador Carlos Amaya y le instan a ser precandidato presidencial o él mismo. Considerar su nombre para dirigir un país cualquiera rima con la insensatez y la desmesura. Es cierto que está finalizando un gobierno corrupto, derrochador, excluyente y represivo, como lo han sido muchos en el pasado. Pero recurrir a un personajillo como Amaya para que nos saque de este atolladero en que nos encontramos luego eternos años de desmesurados malos gobiernos, resulta una aterradora pesadilla.

Como recurrir a esas otras figuras, como Eduard Rodríguez o Federico Gutiérrez, para obviar citaciones de otros nombres similares, aparecidos en el espectro nacional, son fieles retratos de nuestra desgracia. O como escribió el caricaturista Jarape: Con la vara tan bajita que dejó Duque no se requiere altura en los debates. Así cualquiera, incluyendo a Amaya

La manera como responde a las denuncias de sus sucesivas contrataciones realizadas en su gobierno y en el del subgobernador actual, Ramiro Barragán, no dejan dudas de que su forma de actuar no le envidia nada a los finos clientelistas de la clase política tradicional. Poner siempre de presente su origen campesino y humilde ratifica una vez más su visión miserabilista de ver el mundo.

Razón tienen quienes le recuerdan que, si hay algo que nos caracteriza a los boyacenses, pero también a la inmensa mayoría de colombianos, es que venimos de hogares humildes. Amaya desconoce olímpicamente que Colombia es un país con altísimos índices de desigualdad. Con razón esa errática política hacia el campo con la que gobernó a Boyacá. Considerar que a los municipios había que darles un tractor para arar los campos, fue una real estupidez. Aunque quién sabe si la contratación de la compra de esos vehículos fue una oportunidad más de obtener recursos para sus bolsillos.

Sus orígenes, ¡ah sus orígenes! Qué tan rápido y fácil se le olvidaron, tal vez en uno de esos momentos de vacío memorístico, se quitó la ruana para exhibir un esmoquin el día de su boda. Una fiesta con la ostentación propia de los tiempos en que a los capos de la droga les negaban la entrada a elegantes clubes de Cali. Para contrarrestar tales desaires construyeron sus propias edificaciones para sus ambientes llenos de opulencia porque el dinero les fluía fácilmente. La boda de Amaya fue un acto cursi, con todo el esplendor del significado de esta palabra: Que pretende ser fino, elegante y distinguido, pero suele resultar ridículo, de mal gusto y pretencioso.

Cualquier boyacense sabe que el campesino se despoja de su ruana para trabajar. Amaya se la pone para realizar sus trabajos y, lo peor, cree en su propio embuste. Llenar la plaza de Villa de Leyva es fácil con un show mediático como su boda, los ingredientes estaban dados: boda, gobernador, reina, contratistas, músicos costeños (vallenatos), almojábanas y jugos gratis. Para él y sus íntimos sí hubo más perendengues: elegante cena, licores finos, regalos suntuosos y demás. ¡Eso sí, sin ruana!   

Desencantados están quienes lo ayudaron en su campaña para llegar a la Gobernación. Tanto Jorge Londoño como el liberal Rafael Romero consideran la gestión administrativa de Amaya como una clásica administración clientelista y marrullera.

Ahora para elecciones, sin ninguna sutileza participa en varios frentes. Jaime Raúl Salamanca, Wilmer Castellanos y otras damas más por partido Verde. Su exsecretario de cultura y exgerente de la Lotería de Boyacá, Héctor Chaparro, es candidato por el Partido Liberal y que, como de costumbre en ellos, con muchísima ostentación de dinero inundando de vallas y propaganda todo el departamento.

Sin embargo, como los votos y el dinero le sobran, el exgobernador Amaya también tiene compromisos con el adinerado empresario Jairo Castiblanco y con Jorge Mayorga, paquete chileno que puso en la alcaldía de Sogamoso, cuando consiguió la suspensión, a través de sus fichas en la Procuraduría al entonces alcalde Sandro Condía y con otros candidatos más. Pero estos nombres y las jugadas son tema de otra columna.  

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