Y ver Sogamoso…  bajar y bajar

Por Rafael Antonio Mejía Afanador

El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, el amor no lo reflejo como ayer.

Esta canción de Pablo Milanés cae como anillo al dedo como para sentarnos en la mesa de un bar… ♫♪ y ver Sogamoso pasar y pasar♪♫. Bueno, y si el gran Piero viviera actualmente en Sogamoso, no lo vería pasar y pasar sino bajar y bajar.

La otrora resplandeciente Puerta del Llano se cae a pedazos y a las autoridades sólo les falta sentarse a tocar la lira.

Obvio, el estado actual de nuestra tierra no es responsabilidad de una sola persona, es el resultado de un cuidadoso trabajo colectivo. Creo que nadie se propone llegar a regir los destinos de una ciudad con la maldad entre ceja y ceja y hacer todo lo posible por destruirla y definitivamente, si uno no es parte del problema debe serlo de la solución. Observar el estado general de ciudades y pueblecitos europeos o estadounidenses con calles bien presentadas, arquitectura uniforme, con identidad y tan aseadas, despierta envidia de la buena y de la mala. De la mala porque habiendo tantos conquistadores en el mundo como los chinos, los ingleses o los vikingos, a los latinos nos tocó lo peorcito. ¡No hay derecho!

Algunas ciudades se parecen a algunos chinos chiquitos: los papás son los únicos que los ven lindos. Me contaba una amistad que trabajó acá, pero llevaba más de 20 años sin asomar la cara por estos lares, la sorpresa que se llevó al ver a nuestra Sogamoso en ese estado lamentable de dejación y desidia. Y así como los papás de los chinos chiquitos, uno trata de barrer para debajo de la alfombra porque al fin y al cabo los trapos sucios se lavan en casa. Vergüenza ajena, creo que lo llaman.

Ahora sí aquí entre nos, démosle una miradita a Sogamoso, sin malas intenciones, sin lanzar juicios y sin el ánimo de joderle la vida a nadie. Empecemos por lo más distante:

El antiguo Sugamuxi. El cura Jocelyn Parada Leal jamás hubiera pensado, ni en sus peores sueños, que el Colegio terminaría cayéndose indolentemente a pedacitos para finalizar en un centro comercial. Iguales pesadillas tendrían los hermanos Juan y Fidel Reyes Melgarejo quienes “en un acto de desprendimiento material, pero pleno de amor por su ciudad y sus juventudes, ofrecieron en gracia de donación el lote donde se erigieron las primeras edificaciones en la Plaza de la Villa” que cambiaría su lema por Siempre en pos del sagrado billete. Allá ustedes juzgarán si eso es bueno o no. Lo cierto es que el antiguo Suga, junto con el teatro San Marcos y otras edificaciones que fueron alguna vez parte de la identidad de los sogamoseños se desmoronaron ante los cómplices ojos de la indolencia. Del San Marcos quedó sólo el lote.

Edificio de la alcaldía. En otros lares, quizás como un atavismo colonial, lo llaman “palacio” municipal. Lo cierto es que palacio o no, en otros lares sí hay donde ir a parlotear con el alcalde y el alcalde tiene dónde parlotear con su séquito de lagartos sin tener que pagar arriendo, que entre otras cosas es una millonada. Malas lenguas dicen que si Dios nos da una mano es posible que la alcaldía tenga sede propia. Yo no creo mucho en tal milagro, según leí acá: https://boyacavisible.com/temor-por-un-anuncio/    

El estadio Olímpico del Sol, también, cual añeja cebolla cabezona, se fue despellejando solito sin que doliente alguno se compadeciera de él. Así, ladrillito por ladrillito, como la marcha cívica que lo construyó hace más de cinco décadas, sus glorias pasadas quedaron al nivel del piso que algún día lo vio nacer. Existe una promesa (ojalá que no sea de cumbiambera) de que el nuevo estadio estará concluido en diciembre de este año, amanecerá y veremos, dijo el ciego. Ojalá no nos hagan gol olímpico. El estadio comparte la misma suerte del Coliseo Cubierto Alfonso Patiño Roselli, que parece estar milagrosamente sostenido por la misma mano de Dios que va a construir el edificio de la alcaldía.

La plaza de toros La Pradera fue en tiempos pretéritos escenario de los más reputados encierros y, según los entendidos, la mejor plaza mediana de Colombia. No he asistido a una sola corrida en La Pradera, pero la construcción no merece el mismo entierro de tercera de otras obras que, en su tiempo y contexto, fueron ejemplo del civismo de los sogamoseños. Por ironías de la vida, uno de los toreros de la corrida inaugural el 20 de julio de 1968 fue Pepe Cáceres quien concertó aquí, precisamente, su cita con la parca en 1987, cuando “Monín” le propinó una cornada ese aciago 20 de julio y su deceso posterior el 16 de agosto. Que no haya corridas de toros no es para condenar a muerte a la plaza. En el coliseo romano no volvieron a sacrificar cristianos y, como el dinosaurio de Monterroso, todavía está ahí.

La empresa de servicios públicos, Coservicios, fue hace unos años ejemplo en el país. De la agüita no nos quejaremos, pero del relleno sí. Éste funcionaba en forma técnica, se hacía selección en la fuente y nos tocaba depositar los residuos en tres bolsas diferentes, acuérdense. Durante la alcaldía de algún personaje de cuyo nombre no quisiera ni acordarme, como dice la canción, ♫todo se derrumbó♫ y actualmente la Compañía está siendo manejada casi como una tienda: parece que hay plata hasta para las fiestas. De la PTAR mejor ni hablar. No se ha caído porque muchos años después… simplemente, no la han hecho. Así de mugres. Si no me creen, por favor un clic aquí: https://boyacavisible.com/la-ptar-de-sogamoso-elefante-blanco-sin-futuro/ 

Las calles. Para rematar este panorama está el lamentable estado de sus calles. En mi Concentración Kennedy, Paz de Río, estudiaban niños más pobres que uno, pero su ropita vieja siempre lucía impecable, aseada, digna. Se puede ser pobre pero limpio, ¿verdad? Las calles de mi ciudad no se destacan por su limpieza e higiene. Se parecen a Chernóbil: malezas en los separadores, basura tirada en las calles, fachadas descascarándose, desaseo. Agréguenle indigentes en cada esquina, manadas de perros callejeros en cada cuadra –hasta el refugio para perritos con ambulancia incluida se acabó— e invasión de vendedores informales. La carrera 11, salida a Iza, sirve como para hacer pruebas de manejo, huecos a la derecha y a la izquierda (muy democrática la vaina) de tal suerte que en invierno los cráteres llenos de agua se constituyen en un verdadero peligro y en verano una sola volqueta levanta una polvareda que le pone a uno pensar en el viejo oeste.       

Queda aún tela para cortar, pero como escribir un poco cansa, me voy a una mesa, ojalá sea de bar, a ver Sogamoso… bajar y bajar.

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